La Vanguardia

Fuego y alma

Carlos Santana reúne a 1.800 espectador­es en Peralada

- Donat Putx Peralada

Allá por 1961, José Santana –violinista en un mariachi para más señas– y su esposa, Josefina Barragán, abandonaro­n México para instalarse en San Francisco. No tardó en unirse a ellos su hijo Carlos, un muchacho nacido en 1947 amante del blues y el rock and roll. Hacia mediados de esa década, San Francisco y su bahía se convirtier­on en un hervidero de creativida­d, con locales como el Fillmore West y bandas como Grateful Dead o Jefferson Airplane. Contexto más que propicio para que en 1966, y con sólo 19 años, nuestro protagonis­ta fundara junto a unos colegas el grupo Santana Blues Band –posteriorm­ente llamado simplement­e Santana–, asumiendo el rol de guitarrist­a de la formación.

El éxito obtenido al paso de Santana por el festival de Woodstock en agosto de 1969 impulsó definitiva­mente su carrera. Con sus cambios de formación y sus altibajos en cuanto a popularida­d, esta banda ha devenido una de las propuestas más interesant­es de la crónica musical moderna, gracias al talento acreditado por su líder, y una fórmula musical arrebatado­ra, inserta en un fértil territorio de confluenci­a afro-latin-blues-jazzrock. Leyenda viva, pues, la que anoche desfiló por Peralada, ante los 1.800 espectador­es que ocupaban todo el aforo del auditorio dispuesto a los pies del castillo que da nombre a este festival.

La andadura de Carlos Santana en el Empordà empezó, precisamen­te, con un recordator­io en vídeo del historiado festival de Woodstock. El guitarrist­a, que visitaba Catalunya en el contexto de la gira Divination Tour, compareció junto a dos cantantes y seis músicos, entre los que se contaba quien es su esposa desde el 2010, la batería Cindy Blackman Santana, también conocida por su trayectori­a jazzística y su trabajo junto a Lenny Kravitz. Una percusión telúrica y la espléndida digitación de Carlos Santana con su vistosa guitarra dorada, fueron sentando las bases para establecer aquel particular pálpito entre el fuego y el alma que es tan marca de la casa. Además de

Soul sacrifice, en el tercio inicial del concierto unieron en una sola tacada de Evil ways y el clásico de John Coltrane A love supreme. La primera gran campanada de la noche llegó con Black magic woman / Gipsy queen, tema procedente del disco Abraxas de 1970, que hizo las delicias de un respetable formado por espectador­es de franja de edad madura. “Disfruten de una cosa deliciosa que se llama locura, porque la gente normal son agrios”, aconsejó Santana a sus seguidores. El concierto transitó por temas aparenteme­nte tan dispares como el Oye como va de Tito Puente o el

Right on de Marvin Gaye, por no hablar de pelotazos tipo Samba pa ti o

Corazón espinado, su éxito de 1999 escrito por Fher Olvera de Maná.

El guitarrist­a actuó junto a su esposa, la batería Cindy Blackman

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PERE DURAN / NORD MEDIA El guitarrist­a mexicano revisitó los éxitos de su larga carrera
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