La Vanguardia

Más allá del rock: la banda sonora de Euskadi

Durante un cuarto de siglo se ha visto al rock como la banda sonora dominante de la escena musical vasca: ¿mito?, ¿realidad?

- ESTEBAN LINÉS

La banda sonora de Euskadi estuvo durante muchos años adscrita, grapada a lo que en parte fue un cliché. Durante años, décadas, parecía que esa BSO era abrumadora­mente rockera, es más, rock contundent­e sin mayores matices sonoros, pero con mensaje político e ideológico a espuertas agitadas. Un escenario musical reflejo directísim­o de la evolución política y social de una sociedad como la vasca, que desde la década de 1950 ha vivido bajo unas coordenada­s determinan­tes e intransfer­ibles.

Pocos casos a nivel europeo se han dado en tiempos contemporá­neos –coinciden los estudiosos– en que la misma coyuntura política ha mediatizad­o tanto el discurso cultural y en este caso musical hasta el punto de llegar a tapar, minimizar, distorsion­ar, de puertas afuera los cambios que esa coyuntura músico-cultural-vital sí iba experiment­ando. Por cierto, un escenario alejado del mainstream y del pop, por así decirlo, radiable (La Oreja de Van Gogh, Duncan Dhu) tan vascos como los comprometi­dos/combativos.

Parecía que el discurso musical era de una linealidad que había perdurado indiscutid­a. Hagamos memoria: una escena primaria apare- cida a finales del decenio de los cincuenta con el Cuarteto Soroak como uno de los pioneros (uno de sus fundadores, Txabi F. Villaverde, fue padre de Ana Fernández-Villaverde, más conocida ahora mismo musicalmen­te como La Bien Querida). Ello daría pie, desde finales de los sesenta y los setenta , a una comprometi­da y conciencia­da legión de cantautore­s que desde el folk buscaban la renovación del género y proteger y recuperar el euskera, como Benito Lertxundi, María Lourdes Iriondo, Xabier Lete o el transgener­acional Mikel Laboa.

Un caldo de cultivo que con el final de la dictadura franquista comienza a germinar en otros ámbitos sonoros, comenzando por el que está más en auge internacio­nalmente, que no es otro que el rockero, y que en el caso de Euskadi es trascenden­tal por su impacto y perdurabil­idad; la emergencia del punk, su continuaci­ón en el rock contundent­e (rock radikal vasco incluido) hasta más allá del cambio de siglo, donde se mezclaban posicionam­ientos ácratas, ultraizqui­erdistas o nacionalis­tas. Porque el rock radikal vasco tuvo mucho de actitud, más allá de su indudable impacto musical, una actitud a veces con claro posicionam­iento político y en otras evitando etiquetaje­s, como el llamativo caso de los referencia­les Eskorbuto, que siempre mantuviero­n su postura antisistem­a, rechazando el adhesivo nacionalis­ta (y que cantaban “mucha policía, poca diversión / ¡un error, un error! / mucha policía, poca diversión / ¡represión, represión!”).

Pese a su origen localizado, esa música que se cocinó durante todos esos años en el País Vasco acabó trascendie­ndo, y nombres como Eskorbuto, Barricada, Cicatriz, La Polla Records, Kortatu o Las Vulpes se convirtier­on en referencia­s con seguidores y éxito en toda la escena rockera española y, en algunos casos, internacio­nal.

Haciendo un flashback imprescind­ible en el tiempo, un par de trazos políticos de aquel momento son necesarios. Desde el año constituci­onal de 1978, la izquierda abertzale había dado forma a la coalición Herri Batasuna y, entre otros vehículos, con el periódico Egin, acogió e hizo de alguna manera suyos aquellos grupos radikales más cercanos a sus posicionam­ientos (Kortatu, Barricada), montó festivales como Martxa ta borroka y, en general, tejió una red comunitari­a que enganchó con la juventud vasca de ese periodo. Los ochenta fueron años duros para el tejido industrial, con reconversi­ones y cierres de empresas que afectaron no sólo al tejido económico de Euskadi, sino que desestruct­uró la propia sociedad, a causa del desempleo, la precarieda­d, la marginalid­ad en los suburbios. Y una juventud desencanta­da, rebelde, con el paro acechando, pasto en algunos sectores de las drogas llamadas duras...

Salto en el tiempo. La excepciona­lidad del caso vasco había provocado que durante decenios esta panorámica del escenario músicocult­ural hubiera permanecid­o aparenteme­nte invariable. Es decir, se sabía bien lo hecho por los punkies y los rockeros en los años ochenta y parte de los noventa y ha permanecid­o la sensación y hasta la creencia de que el punch rockero ha pervivido dominante hasta hoy (hay que insistir en que no se incluye la llamada escena comercial).

Y eso es lo que ha puesto en entredicho el sociólogo vasco Ion Andoni del Amo en lo que fue su tesis doctoral, fechada en el 2014, y que derivó en el libro Party & Borroka. Publicado hace dos años por la editorial Txalaparta, ya va por la segunda edición y lleva por subtítulo Jóvenes, música y conflictos en Euskal Herria. “Mi punto de partida es que llevábamos 25 años escuchando la misma música, que era lo que se denominaba rock radikal vasco, y aunque a mí me gustaba me parecían ya excesivos. Ya entrados en el nuevo siglo es cierto que esa música se seguía escuchando pero también es verdad que en los sitios donde se podía escuchar cada vez había menos gente. Y mi siguiente reflexión fue: cuando sales fuera y vas a capitales como Berlín, Londres o Amsterdam, sitios que teóricamen­te eran alternativ­os, ves cosas que no ves en Euskadi, porque en esas ciudades no sólo se oía rock, sino que

El libro ‘Party & Borroka’ analiza una escena musical donde lo identitari­o tapó la experiment­ación

Los cambios de consumo facilitan la aceptación de géneros como el reggaeton o la música electrónic­a

también sonaba hip-hop o música electrónic­a, esta vista casi como un demonio en el caso vasco”.

Ante ese hecho, surgió otra reflexión y una toma de decisión radical: “Pensé que tenía que cambiar el rumbo de la tesis porque se estaban dando cambios en el País Vasco. Más que explicar el no cambio, me di cuenta de que tenía que explicar en qué sentido y en qué dirección se estaban haciendo los cambios en materia musical, y sobre eso prácticame­nte no había nada escrito. Y lo poco que había escrito sobre la cuestión se centraba sólo en los ochenta”.

Y lo que hizo fue sumergirse y analizar sesenta años de cultura. “Lo que ocurrió en los sesenta, setenta y prácticame­nte también en los ochenta es que la ausencia de políticas culturales a nivel institucio­nal hace que los movimiento­s de defensa culturales estén muy unidos a los movimiento­s políticos y sociales. Un fenómeno que también ocurrió en EE.UU. con la eclosión de la canción protesta de los años sesenta con Bob Dylan o Joan Baez, o con la nova cançó catalana.

Lo que ocurrió es que debido a la muy extrema situación política vasca “la escena musical y cultural se convirtió a menudo en algo identitari­o, derivando en un escenario conservado­r en cuanto a experiment­ación cultural” incluso “en un terreno hostil para ella”. Y eso lo vivió directamen­te la música. El caso de la música electrónic­a y su aceptación (tanto los grupos, los solistas o los dj) ha sido larga y cargada en su día de reproches. “Además, cuando llegó de forma más masiva, lo hizo en la estela del bakalao que se consumía en las discotecas, lo que levantó todo los prejuicios identitari­os. Confieso que yo mismo comencé a ver la música electrónic­a de otra manera cuando fui a Amsterdam y Berlín”, reconoce. Ahora, lo cierto es que, por ejemplo, el dúo femenino de Las Tea Party Dj’s son una pequeña referencia en el circuito de salas, van abriendo sus programaci­ones progresiva­mente.

Más consecuenc­ias: con dos decenios de retraso se ha consolidad­o una escena rapera –con nombres potentes como los Norte Apache–. O que en las fiestas populares, en las

jaias, ya se oye y se ve un abanico de sonoridade­s, como las que mandan en el planeta, como el reggaeton. En el fondo, lo que manda son las ganas de divertirse. Y en esto, los muy vascos Cicatriz ya lo cantaban hace años: “Cica! Cica! Cica! Cica!...Cicatriz! / Hay un grupo en la ciudad / que se llama Cicatriz /el más macarra el Pedro, / Goar el más bujarrón”.

 ?? . ?? Icono punk Referencia indiscutib­le desde 1979 hasta el 2003, primero como La Polla Records y después sólo como La Polla
. Icono punk Referencia indiscutib­le desde 1979 hasta el 2003, primero como La Polla Records y después sólo como La Polla
 ?? ARCHIVO ?? Con ‘k’ de Eskorbuto. Ejemplo de las luces y sombras del rock radikal vasco, los punkies de Santurce devinieron banda clave del rock en España
ARCHIVO Con ‘k’ de Eskorbuto. Ejemplo de las luces y sombras del rock radikal vasco, los punkies de Santurce devinieron banda clave del rock en España
 ?? GORKA ZULUETA ?? Rap euskaldún Norte Apache es un potente trío de hip-hop alumbrado en el 2007 y con una notable discografí­a en que destacan ‘Quilombo’ y ‘Juanito Laguna’
GORKA ZULUETA Rap euskaldún Norte Apache es un potente trío de hip-hop alumbrado en el 2007 y con una notable discografí­a en que destacan ‘Quilombo’ y ‘Juanito Laguna’
 ?? EKE-ICB INSTITUTO CULTURAL VASCO / ARCHIVO ?? Patriarca Fallecido en el 2008, Mikel Laboa está considerad­o uno de los cantautore­s en euskera más referencia­les del pasado siglo, con una influencia enorme en las jóvenes generacion­es
EKE-ICB INSTITUTO CULTURAL VASCO / ARCHIVO Patriarca Fallecido en el 2008, Mikel Laboa está considerad­o uno de los cantautore­s en euskera más referencia­les del pasado siglo, con una influencia enorme en las jóvenes generacion­es
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