Esperanza en tiempos agitados
David Longstreth extrae y muestra su faceta musical más cálida en el que ya es el octavo álbum de la formación en la que, entre otras cosas, es compositor principal. Y en este ejercicio se que de alguna manera un músico apasionado, de pálpito casi táctil y que retrotrae al oyente a la versión más impecable del proyecto ( en el que ayudan una ristra generosas de invitados como Syd from the Internet, Haim o Amber Marky) . Esta sensación de calidez es especialmente palpable en esta ocasión aunque sea por simple y directo contraste con lo que la banda proponía áridamente en su anterior y aún muy reciente (febrero del pasado año) Dirty Projectors.
Las pruebas son palpables en este cambio/back to basics, comenzando con el regreso a las guitarras que tanto caracterizaron algunos de las primeras obras del combo neoyorquino, a las que añadir la presencia de una sección de viento, abriendo de esta manera la paleta sonora a terrenos más jazzy y de r’n’b. Algo que adquiere todo su significado en las manos de Longstreth, caracterizado desde siempre por ser una maniático hilvanador de la melodía redonda. En esta ocasión Blue bird podría acercarse a ese grado óptimo. Es también en el aspecto textual donde Lamp lit prose no se queda con los brazos cruzados. Muy critico con la formas y los fondos trumpistas, los temas críticos se alternan con dulces baladas –no caramelizadas– buscando por encima de la agitada coyuntura, una hermoso camino de esperanza.