Resucitando
Como cada año, he tenido que pasar por Harvard a finales de julio para dar alguna clase y reunirme con colegas de allí. Las universidades tienen programas de verano y la realidad es que en el punto central de la zona de la Harvard Square casi no se podía andar por la cantidad de gente que había, mayoritariamente moviéndose en grupos. Veías grupos de personas mayores con aspecto de ser empresarios, abogados de nivel, políticos o médicos, grupos de jóvenes por edades, con buen aspecto en general y también con alto nivel de internacionalidad. Todas las escuelas de la universidad estaban activas. Había muchísimos chinos pero podías adivinar muchas otras zonas de origen. La economía del mundo funciona y muchas empresas, instituciones y gobiernos pueden pagar o por lo menos justificar los costes de esta actividad formativa. Es cierto que cada día la gente valora más la formación propia y la de sus hijos y en las universidades prestigiosas la cosa se nota.
Es evidente también que aunque Trump ha dicho muchas cosas en contra de Europa (su enemigo) o China (el país que atacará), no parece haber conseguido asustar suficientemente a chinos y europeos, porque parece bastante claro que los americanos también pasan de su presidente, al que la prensa continúa dedicándole bastante espacio sin un comentario favorable e incluso anunciando nuevos descubrimientos de chapuzas en las que estuvo involucrado.
Haber conseguido reunir en una ciudad centros como la Harvard Business School, la Kennedy School of Government, el Massachusetts Institute of Technology, la Boston University, la Harvard Law School y muchas más, de prestigio mundial, es un éxito para Boston. La ciudad acusa muy poco los vaivenes del sector inmobiliario que afectan a todo el mundo, o los altibajos del consumo que
Es urgente crear un sólido proyecto de potenciar y sostener el crecimiento de una Barcelona similar al de Boston
afectan a cantidad de tiendas, restaurantes, centros comerciales, servicios de logística, a la actividad de su aeropuerto (bien conectado con todo el mundo).
Boston también ha sabido estimular excelentes hospitales, como el Massachusetts General Hospital, y escuelas de medicina, como la Harvard Medical School, lo que ha atraído empresas de los sectores sanitarios (farmacia, equipos médicos, servicios relacionados con la sanidad) creando lo que podría llamarse un ecosistema sanitario bastante único (la escuela médica, la empresa médica y el hospital participan conjuntamente en investigación y formación).
Construir una ciudad así no se consigue en dos días. La mayor parte de las instituciones que hemos mencionado ha cumplido los cien años. La gran mayoría son privadas y su desarrollo se ha apoyado en gran medida en donaciones. Bien es cierto que en América las donaciones para estos fines tienen una importante desgravación fiscal, pero no cabe duda de que hay una cultura de donar para construir una comunidad de alto nivel.
Le preguntaba a mis colegas si creen que toda esta comunidad está creciendo y mejorando o está decreciendo y empeorando. Estamos de acuerdo en que la mejora o el deterioro son fenómenos lentos pero tenaces. Si una institución empieza a caer, puede que se note poco pero en diez años será muy evidente y la cosa no tiene un arreglo fácil. Mis colegas opinan que la situación no decae sino, todo lo contrario, mejora.
Yo me pregunto cómo comparamos Boston y Barcelona. En Barcelona tenemos buenas escuelas, buenos hospitales, pero ¿mejoran? No estimulamos donaciones, no reciben ayudas desde el sector público. Probablemente estamos empeorando. Sería urgente crear un sólido proyecto de potenciar y sostener el crecimiento de una Barcelona a lo Boston. Somos ciudades hermanas. Hagamos algo.