La Vanguardia

“Lo peor de España es la envidia”

- VÍCTOR-M. AMELA Isabel Preysler, ella

Me explica por qué tanto interés por usted?

No he podido comprender­lo jamás. ¿Por qué cree usted?

Ni idea: yo venía para descubrirl­o.

Hubo una época en que estuve casada con el cantante español más conocido en el mundo, y entonces lo entendía, pero mi vida hoy es normal y aburrida...

¿Se aburre usted con Miguel Boyer?

¡No! No, porque tiene un enorme sentido del humor. Para mí, después del amor, lo más importante es el humor.

¿Lo tiene usted también?

Se lo digo a Miguel: “¡Qué suerte tienes de tener a tu lado a una mujer siempre contenta!” “Tú no tienes abuela, Isabel”, me dice. Pero es así, es una suerte, ¿no?

Sin duda. ¿Y conserva el humor cuando le asaltan los fotógrafos?

Sonrío lo más que puedo, ya que no tengo otro remedio. Si hubiera un agujero, me metería.

No... ¿Se imagina como mujer anónima?

Perfectame­nte. Disfrutarí­a de cosas pequeñas como ir a la playa, a un parador con mi marido y

las niñas... Son cosas que me están prohibidas.

Es que la prensa rosa come de usted.

Una vez, uno me dijo: “Quiero que sepas que, gracias a ti, he puesto mi casa”. Pues mira, me alegré por él.

¿Le gustaría que surgiera otra “reina de corazones” en las revistas?

¡Ojalá! Ya es hora de que se olviden de mí. Son ya muchos años... Conmigo hay un morbo raro.

Sí, porque volveré a Barcelona y me preguntará­n: “¿Cómo es Isabel Preysler?”

Puede decirles que soy una persona normal y corriente que ha tenido más complicaci­ones y más suerte de lo normal.

Y que ha hecho de su vida su propia novela.

¡Yo nunca he planificad­o nada! Pero se han dicho de mí barbaridad­es.

¿Cuál es la que más le ha dolido?

Que se me presente como a una persona calculador­a, ambiciosa...

¿Se siente indefensa ante eso?

Me siento todos los días observada, manipulada y tergiversa­da.

Pero también gozará de piropos...

Sí, me gusta lo de “Isabel, me ha encantado conocerte, nunca imaginé que fueras así...”

Tengo 47 años. Nací en Manila. ¿Profesión? Mis labores. Estoy divorciada dos veces y casada hace diez años con Miguel Boyer. Tengo cinco hijos, Chábeli (26), Julio (25), Enrique (23), Tamara (16) y Ana (9). Soy acuario, del 18 de febrero. Tengo varios perros. Soy de centro y liberal. Soy una maniática del orden: lo necesito para ser feliz (a mis hijos les cuesta un poquito más). Tras mi programa en Telecinco, estudio varias propuestas.

¿Y cómo se imagina usted a sí misma... dentro de veinte años?

Envejecien­do tranquilam­ente junto a mi marido. Con mis hijos bien encaminado­s. Y rodeada de nietos. Y feliz.

Ah, ¿ya van a hacerla abuela?

“¡Con nosotros no cuentes!”, me dicen Enrique y Julio. Están muy volcados en sus carreras artísticas. A Chábeli le hace más ilusión, pero no la veo preparada, todavía no...

¿Qué consejos da usted a sus hijos?

Que lo importante es tener claro qué quiere hacer uno en la vida, seguirlo sin desmayo y disfrutar con ello. Hoy a los jóvenes les cuesta mucho descubrir su vocación.

¿Y cuál fue la suya?

Me casé a los 19 años, y no me dio tiempo ni de pensarlo. ¡Es de lo que más me arrepiento: de no haber hecho una carrera en la universida­d!

¿Y qué aprendió de sus maridos?

Las comparacio­nes son odiosas, y más entre maridos.

¿Qué relación guarda con ellos?

Hablamos cuando hemos de tratar cosas de mis hijos. Mantengo la buena relación necesaria para no crear conflicto a mis hijos. Un hijo ¡nunca! debe ser un campo de batalla.

¿Qué le molesta más de España?

La envidia. Y que aquí se piensa que nadie tiene nunca mérito, que todo éxito está siempre fundado en manejos inconfesab­les.

¿Y a quién envidia usted?

Yo no envidio, yo admiro. Admiré mucho a Severo Ochoa, del que siempre recuerdo su sabiduría y su amabilidad.

¿Cómo le gustaría ser recordada después de muerta?

¡Uf, qué fúnebre! Querría que mis familiares y amigos me recordaran como alguien que les dio cariño, apoyo, amistad y un entorno feliz.

Entretanto, ¿cual es su secreto para mantenerse en forma?

Siempre he tenido la suerte de ser delgada sin dejar de comer de nada. Eso sí, bebo mucha agua.

Por curiosidad: ¿cuál es el origen del apellido Preysler?

Los Preysler vivían en España ya en el XIX. Es un apellido austriaco que llegó aquí a principios del pasado siglo, con las guerras napoleónic­as. A fines de siglo, mi bisabuelo saltó a Filipinas. Por mi padre, todo sangre española. Por mi madre, mitad filipina, mitad española.

¿Qué recuerda de su niñez filipina?

El cariño de mis padres y una vida un poco irreal, superficia­l, de la clase alta filipina de entonces. Y todos los estudios en inglés. Hablaba español con mis padres porque me obligaban, pero en inglés con mis hermanos y amigos.

¿Y en qué idioma piensa usted?

En inglés. Mi castellano es limitado.

Pues eso no impide a Carrà o Mourreau hacer entrevista­s en televisión aquí...

Ya, pero a mí no se me perdona lo que a otras. Y, además... yo soy muy tímida

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JEAN-CLAUDE DEUTSCH / GETTY
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VÍCTOR-M. AMELA IMA SANCHÍS LLUÍS AMIGUET

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