La codiciada Barcelona
Aunque aún faltan nueve meses para las elecciones municipales, la pugna por la alcaldía de Barcelona ya se está disputando. En ella se dirime la hegemonía del independentismo y el futuro de la izquierda, desde el PSC a los herederos del 15-M. Todas las miradas van a confluir en Barcelona.
La ciudad es la pieza nuclear del puzle para Carles Puigdemont y su Crida, el nuevo experimento de unidad del independentismo. Como candidato, se postula Ferran Mascarell, un exsocialista para cosechar en el terreno escorado a la izquierda en el que se sitúan los barceloneses. Para combatirlo, Ada Colau espera imponer el relato social, pero la polarización entre el independentismo y su extremo opuesto, liderado por el también exsocialista Manuel Valls, puede dejar a los comunes de nuevo sin aire, como ocurrió el 21-D.
La alcaldesa cree que el discurso social se impondrá sobre el identitario en unas municipales y que también le servirá para identificar a Valls con la derecha. Pero Colau ha sido reprobada tres veces por motivos ciudadanos: los narcopisos, los recortes por la caída de ingresos y el incivismo y la inseguridad de este verano. Barcelona no es una ciudad sin ley. En ella se cometen pocos delitos graves, pero sí tiene un problema con los hurtos y la utilización de los espacios públicos que el gobierno municipal no ha sabido afrontar por una suspicacia hacia las policías proveniente de sus orígenes activistas. Está por ver que la gestión sea la mejor baza de los comunes para resistir el ataque combinado por tantos flancos.
La triangulación es perfecta. Mientras Colau tratará de polarizar la campaña entre la izquierda (ella) y la derecha encarnada en un Valls que enarbolará sin complejos el orden y el civismo, Puigdemont intentará movilizar y unir al independentismo frente al centralista rampante, el ex primer ministro francés de la mano de Ciudadanos. ¿Qué será de Barcelona, la pieza más codiciada?