El Trumpgate avanza
LA supuesta confabulación entre el Kremlin y el equipo de campaña a las presidenciales de Donald Trump ha estrechado esta semana su amenaza sobre el inquilino de la Casa Blanca. Ha sido gracias a un tuit del propio presidente en el que admitía, de hecho, la reunión que su hijo, su yerno y el responsable de la campaña, Paul Manafort, mantuvieron con miembros de la inteligencia rusa en la cual les ofrecieron información delicada sobre Hillary Clinton en plena campaña electoral. Muchos se preguntan ahora la razón por la que Trump ha mentido tanto sobre este tema y, lo peor, por qué no avisó al FBI, por lo que podría ser acusado de obstrucción a la justicia, como mínimo.
La aseveración de Trump ha agitado las aguas de la política estadounidense y más de un analista ligado al trumpismo afirma que la admisión del presidente puede abocarlo a un impeachment que sería fatal para sus horizontes presidenciales. Porque, aseguran, el no haber alertado al FBI puede comportarle graves consecuencias por la probable existencia de un “crimen de conspiración”, al tiempo que acusan al presidente de confundir un hecho que considera “habitual en política” con una cuestión claramente “inmoral y antipatriótica”. Ni siquiera su afirmación de que “no sabía nada” de la reunión de la torre Trump, en la Quinta Avenida, le exonera.
La investigación del fiscal especial, Robert Mueller, –puesta permanentemente en cuestión desde el despacho oval–, puede dar ahora un giro espectacular en su contra, lo que explicaría que el presidente se muestre muy nervioso desde hace unos días. Pero lo peor es que el tuit de Trump pone al partido republicano contra las cuerdas en plena campaña para las legislativas del próximo noviembre, donde se juegan el control de las dos cámaras, que ahora están bajo hegemonía republicana. Un fracaso electoral supondría sin duda el fin de su supervivencia política.
El Trumpgate –como se conoce el asunto por la semejanza con el Watergate que tumbó al presidente Nixon hace 40 años–, sigue su curso y el fiscal Mueller sigue atesorando tuits y grabaciones. Donald Trump, sin embargo, es un empresario superviviente de mil batallas, tanto o más agrias que las políticas, y está muy acostumbrado a caminar sobre el alambre. La cuestión es si los republicanos seguirán mostrando la misma fidelidad a su presidente como hasta ahora o si, ante la amenaza de una debacle electoral en noviembre, habrá deserciones como las que parecen apuntarse tras el último tuit del presidente.