Como en ‘Wall-E’
Wall-E parece ahora una premonición. La película de Pixar, que acaba de cumplir diez años, muestra a una humanidad instalada en una comodidad de lo más insana: a bordo de una nave, el día de cualquiera transcurre sobre asientos voladores con pantallas incorporadas que les permiten cambiarse de ropa y conseguir comida con un solo clic ... Todos acaban obesos y olvidan incluso la capacidad para andar. Desde la mirada sociológica, esa falsa percepción de la felicidad a través del mínimo esfuerzo tiene explicación. Francesc Núñez, sociólogo y director del máster en Humanidades de la UOC, recuerda que “sean neveras, apps, teléfonos o patinetes eléctricos, los diversos aparatos que hemos ido adaptando a nuestra vida se ensamblan con nosotros. Expandiéndonos tecnológicamente crecemos como humanos”, explica. Considera que “nos hacen sociales, pero al mismo tiempo nos modelan y nos genera situaciones no previstas de dispersión, no esfuerzo, inmediatez… Por lo que el secreto está en aceptar la novedad, incorporarla, ensamblarnos con ella y sobre todo domesticarla”, explica.“Pasó en su día con los primeros móviles que incorporaban cámaras, con los whatsaps luego, con las selfies… y pasará con los patinetes. Poco a poco encontraremos las normas para que su novedad no nos moleste. Para ensamblarlos sanamente a nuestro día a día”.