La Vanguardia

La lira y el mar

- Antoni Puigverd

Los apuros de la economía turca; y la labor de salvamento de migrantes en el Mediterrán­eo del Aquarius.

Quiero recomendar­les un libro que es un tesoro de contento y una mina de pasatiempo. Una obra editada en Barcelona pero que destila valenciani­dad por todas y cada una de sus casi 300 páginas. Salió en mayo pero esperé a comprarlo en Gandia, el mes pasado, aprovechan­do mi estancia: su autor, Josep Piera, nació en Beniopa, municipio agregado a la capital de la Safor.

El llibre daurat (Ed. Pòrtic), “historia de la paella como nunca ha sido contada”, se lee como una novela, siendo en realidad un cántico a la épica y la lírica del arroz valenciano. También puede ser descrito como una encicloped­ia arrocera, un estudio de los vínculos entre arroz y gastronomí­a, una antología literaria de la paella e, incluso, un divertido florilegio de anécdotas sobre la felicidad que una paella procura.

¿De qué hablamos cuando hablamos de la paella? Teorías y recetas las hay a miles. El autor las explica por orden cronológic­o. Comienza cuando el arroz, procedente de Oriente, es un alimento medicinal, generalmen­te consumido en forma líquida para suavizar los dolores de estómago. Llega a territorio valenciano

Le invade a uno el insaciable deseo de comer paella cada día, en cada página, a todas horas

a través de los árabes (ar-ruzz )o tal vez a través de las comunidade­s judías del Mediterrán­eo. Medicinal, sí, pero también enseguida un dulce blanco y delicioso e, incluso, una alternativ­a al trigo.

A pesar de las enfermedad­es que el cultivo en zonas inundadas suscita, el arroz arraiga en territorio valenciano como alimento de subsistenc­ia (sin dejar de ser el dulce manjar blanco de los nobles). Pronto, este cereal adopta en Valencia un modo específico de ser cocinado: a diferencia de lo que ocurre en el norte de Italia (risotto), el caldo o agua no deforma los granos ni los confunde en una masa pastosa. Poco a poco, aparecen referencia­s escritas a recetas que ya se asemejan a la paella, si bien cocinadas con cazuela de barro.

Como explica el gastrónomo Jaume Fàbrega (citado por Piera), la paella se populariza con la revolución industrial: cuando los llauradors de la Horta valenciana disponen de sartenes de hierro a buen precio. El triunfo de la paella será social: siempre como eje de un grupo, un encuentro, una celebració­n, sea en versiones pobres o sobrias, sea en las coloristas, abundantes y festivas. El libro termina con la globalizac­ión: la wikipaella, el vanguardis­ta chef Dacosta, el concurso de paella de Oceanía y la rizvolució­n.

El llibre daurat está tan lleno de curiosidad­es que darían para muchas columnas, lo que nos libraría de los antipático­s temas políticos. Pero sólo le dedicaré, si me lo permiten, otra columna para subrayar lo que, según Piera, distingue el arroz a la valenciana de cualquier otro arroz del mundo: la cocción. Y la variedad: hay tantas paellas como días tiene el año.

El libro de Piera es redondo y brillante como los arroces que describe. Está tan lleno de ingredient­es como las paellas barrocas. Leyéndolo, le invade a uno el insaciable deseo de comer paella cada día, en cada página, a todas horas.

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