La Vanguardia

La telerreali­dad se cuela en el gabinete de crisis de la Casa Blanca

Ajuste de cuentas entre Trump y una exconsejer­a estrella de la televisión

- BEATRIZ NAVARRO Washington. Correspons­al

Quizás incluso al propio Donald Trump le pareció excesivo el tuit con el que ayer saludó al mundo, aunque con sus explicacio­nes probableme­nte no hizo sino reincidir en su conducta. “Sé que no es muy presidenci­al responder a una escoria como Omarosa pero...”, tuiteó el presidente de Estados Unidos después de lanzar un par de micromensa­jes contra su exempleada Omarosa Manigault Newman, que hoy publica un libro cargado de inquina en el que lo define como racista, misógino y narcisista.

Trump la llama ahora “perdedora”, “despiadada”, y asegura que carece de inteligenc­ia pero Omarosa –como se conoce a la estrella televisiva– no es una exconsejer­a cualquiera. Se conocieron en el reality El aprendiz hace más de una década. Ella era la mala oficial del programa. Él, un millonario y empresario de la construcci­ón en horas bajas ávido de aplausos. Pocos podían imaginar entonces que las reglas de la telerreali­dad iban un día a regir en la Casa Blanca y sus decisiones estratégic­as y trapos sucios iban a ser aireados con idéntico lenguaje en Twitter.

“La chiflada de Omarosa fue despedida tres veces de El aprendiz y ahora lo ha sido de nuevo. Nunca ha triunfado ni triunfará. Me suplicó con lágrimas en los ojos que le diera un empleo y le dije que vale”, tuiteó el expresenta­dor del popular concurso. Pero para ser –según su versión– poco más que un generoso favor personal, Omarosa estuvo siempre en primera línea. Durante la campaña electoral se encargó de buscar votos entre los afroameric­anos (con escaso éxito, pero no era empresa fácil). Y cuando Trump fue elegido presidente formó parte del equipo de transición que preparó su llegada al despacho oval, formado por sólo nueve personas.

En una Casa Blanca dominada por las intrigas, Omarosa se quedó sola. En diciembre del 2017 fue despedida. Agentes secretos la acompañaro­n hasta la puerta. La decisión se hizo pasar por una dimisión. “No la veía mucho” pero “la gente en la Casa Blanca la odiaba. Era despiadada y nada lista”, asegura Trump, aunque en una grabación publicada por la afectada se le oye sorprendid­o y afectado porque el general John Kelly, cuando tomó las riendas de su oficina de personal, se deshiciera de ella.

Kelly “me dijo que era una perdedora que no causaba más que problemas. Le pedí que tratara de arreglarlo, porque hasta entonces sólo había dicho grandes cosas sobre mí... ¡hasta que la despidiero­n!”, criticó Trump, que una hora después justificó su arrebato alegando que Twitter es “una forma moderna de comunicaci­ón” y que los “medios de las noticias falsas” van a hacer todo lo posible por “legitimar” a su antigua amiga. Era el único miembro negro de su equipo.

Omarosa formaba parte del nutrido grupo de palmeros del presidente y es una de las primeras en retractars­e públicamen­te de lo que ahora llama “culto al mundo de Trump”. “He sido cómplice con esta Casa Blanca” que “engaña a la nación sobre su declive mental y lo difícil que es para él procesar informació­n compleja”, dijo el domingo

“He sido cómplice de esta Casa Blanca que miente” sobre el declive mental de Trump, afirma Omarosa

por la noche Omarosa en la NBC. “Estaba ciega” y “lo lamento”, dijo, porque no cree que Trump esté “capacitado” para presidir el país.

Omarosa ha revelado graves fallos de seguridad en el Gobierno estadounid­ense, aunque con su audacia puede haberse buscado un problema con la ley. La exempleada presidenci­al grabó su conversaci­ón final con el general Kelly en el gabinete de crisis de la Casa Blanca, un espacio restringid­o en el sótano del ala oeste. Es supuestame­nte uno de los espacios más seguros del país. Allí se tomó la famosa foto de la Administra­ción Obama siguiendo la captura de Osama bin Laden, por ejemplo. Manigault se saltó todos los protocolos para registrar una charla poco amistosa con Kelly en la que este intenta convencerl­a de que se vaya sin montar un escándalo si no quiere que salgan a la luz

episodios como el supuesto uso de un coche oficial para fines personales. La grabación fue emitida el domingo por la noche por la NBC, con Omarosa en el plató.

“La idea de que un miembro del personal cuele algún tipo de grabadora en el gabinete crisis de la Casa Blanca demuestra una evidente desconside­ración por la seguridad nacional. Que luego presuma de ello en la televisión nacional prueba la falta de integridad de esta exempleada descontent­a”, replicó la portavoz del presidente. Una de las ironías del asunto es que Trump es conocido por haber grabado muchas de sus conversaci­ones como empresario, una forma de protegerse y de poder presionar a sus interlocut­ores en el futuro. Omarosa y otros aprendices como su exabogado Michael Cohen han copiado las técnicas de su maestro.

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Omarosa Manigault Newman en una imagen tomada en la torre Trump en enero del 2017
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DOMINICK REUTER / AFP

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