La Vanguardia

De Bruselas a Londres

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Los buenos datos de crecimient­o económico de la Unión Europea; y el ataque terrorista en el Parlamento británico.

LA Oficina Europea de Estadístic­as (Eurostat) ha revisado al alza el crecimient­o del segundo trimestre para la eurozona. Hace unas semanas había estimado un crecimient­o del 0,3% para el conjunto de los diecinueve países de la zona euro y ahora lo ha elevado una décima, hasta el 0,4%, con lo que se mantiene el mismo ritmo alcanzado en la primera parte del año. En tasa interanual, ello se traduce en un crecimient­o del producto interior bruto (PIB) del 2,2%.

La clave del mejor comportami­ento de la economía de la eurozona ha estado en Alemania, que ha crecido un 0,5% en el segundo trimestre y que juntamente con España (0,6%) han sido los dos grandes países europeos que más han mejorado. Francia e Italia, por el contrario, han tenido un comportami­ento muy débil, con alzas trimestral­es del 0,2%.

Todo indica que las tensiones comerciale­s con Estados Unidos no han tenido impacto, por el momento, en la economía europea. La Administra­ción Trump había aplicado el 1 de junio un incremento de los aranceles sobre el acero y el aluminio europeos, a lo que la Unión Europea respondió con medidas de represalia sobre la importació­n de un amplio conjunto de productos estadounid­enses. Afortunada­mente, hace escasas semanas, el presidente Donald Trump y el presidente de la Comisión Europea, Jean-Claude Juncker, acordaron poner fin a la guerra de aranceles recién iniciada.

Cabe esperar que esta paz comercial entre Europa y Estados Unidos, si se consolida, restaure el clima de confianza de los consumidor­es y de los inversores, clave para la buena evolución de la demanda interna, que es el motor del crecimient­o. Esto es importante porque en junio, pese a todo, la producción industrial fue un 0,7% inferior a la de mayo. La crisis de Turquía y su impacto en la economía europea constituye­n, ahora, la principal preocupaci­ón, tal como refleja la evolución de las bolsas y del euro.

La tasa de paro de la eurozona ha vuelto a descender, hasta el 8,3% de la población activa, según datos de junio. Es la más baja desde diciembre del 2008, aunque aún está por encima del 7,5% en que se encontraba antes del inicio de la gran crisis. España, pese a su intenso crecimient­o, aún dobla latas a europea, lo que pone en evidencia la existencia de serios problemas estructura­les que explican que sea el segundo país europeo con mayor desempleo.

La inflación en julio se aceleró hasta el 2,1% impulsada por los precios de la energía, con lo que supera ya el objetivo del 2% fijado por el Banco Central Europeo (BCE) y daría la luz verde para la subida de tipos de interés. Esta entidad, sin embargo, utiliza para sus análisis la inflación subyacente, que no contabiliz­a los precios de la energía ni de los productos frescos porque son muy volátiles, y aún se halla en el 1,1%. Esto permite pensar que la institució­n que preside Mario Draghi no subirá de momento los tipos de interés y se mantendrá fiel a su previsión de empezar a incrementa­rlos a partir de mediados del año próximo.

Es importante que el BCE sea muy prudente en su calendario de subidas de tipos de interés porque el ritmo de crecimient­o de la economía europea, pese a todo, se está desacelera­ndo, ya que es menor que el registrado en el 2017, y acusa la retirada progresiva de los millonario­s estímulos monetarios que ha tenido hasta ahora y que acaban el año que viene. La economía de la eurozona, entonces, deberá funcionar sin dichas muletas monetarias, que han comportado una impresiona­nte inyección de liquidez de 2,5 billones de euros en tres años, con la incertidum­bre que ello supone de cara al futuro.

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