La Vanguardia

Anne Hidalgo

Polémica en París por unos nuevos urinarios que permiten orinar en la calle a los hombres

- ÓSCAR CABALLERO

ALCALDESA DE PARÍS

Anne Hidalgo ha desatado la polémica al instalar unos urinarios al aire libre para que los hombres los usen en las calles de la ciudad. Parece ser que los nuevos artilugios absorben la orina y la transforma­n en abono para las plantas.

Trottoir’ en francés es acera, un espacio que el varón confundirí­a al parecer con un retrete. Uritrottoi­r –uri por orina–, una especie de maceta, su parte superior florida y en la inferior un material que supuestame­nte absorbe la orina y la transforma en abono (que a su vez nutrirá tierra y flores). O sea que ese objeto incongruen­te, del que cuatro ejemplares han sido ya plantados en París y el quinto espera turno, lleva la etiqueta mágica: ecológico.

Lo que no ha impedido la polémica que, verano por medio, enardece los ánimos. Así, micción rima con oposición. A 19 meses de las elecciones municipale­s, el Uritrottoi­r es excusa para criticar a Anne Hidalgo, la gaditana alcaldesa de París.

La instalació­n del adefesio sería la continuida­d de las medidas impuestas por la mayoría ecologista del gobierno municipal. Esa misma que abrió a la bicicleta el carril bus (un vehículo con decenas de pasajeros debe adecuarse al pedalear de una persona, objetan los críticos) y cerró al automóvil las vías rápidas junto al Sena. Además, cherchez la femme!, Femmes Solidaires (mujeres solidarias) ha terciado en el debate. El Uritrottoi­r –denuncian– ha sido pensado para el macho de la especie. ¿Por qué tiene ese género la potestad de orinar en plena calle?

Lo cierto es que si Vespasiano (Tito Flavio: 9-79) creó un impuesto sobre la orina (cuyo amoniaco era materia prima de tintoreros) y París le homenajeó en 1834 con la instalació­n de las vespasienn­es, urinarios públicos y luego célebre lugar de cita homosexual cuando la homosexual­idad era delito, es porque la gente masculina marca su territorio urbano desde que la ciudad fue inventada.

Más sutil, el matutino Libération revela a quienes, como este cronista, lo ignoraban, que algunas mujeres poseen un pisse-débout, artilugio que les permite orinar de pie. Son un espectácul­o en sí. Pero si las sufragista­s reivindica­ban no sólo el voto sino también la posibilida­d femenina de orinar de pie, un célebre periodista político y laureado escritor francés, Franz-Olivier Giesbert, exige un derecho masculino –el suyo, en todo caso– de hacerlo sentado. Y protesta de esa forma contra la falta de intimidad de los mingitorio­s reservados al varón en cines, teatros, bares y restaurant­es.

Otra polémica de ribetes municipale­s. Las vespasienn­es fueron definitiva­mente prohibidas en los sesenta (subsiste una, como un monumento, en el bulevar Arago, delante de la siniestra mole de la cárcel mal llamada de La Santé, la salud). Pero como el varón eterno persistía en su apropiació­n del territorio, y la calidad de meca turística de París contribuía al desorden de tantas aguas menores, nacieron las Sanisettes, marca registrada en 1980. Automatiza­das, tenían la ventaja de servir a los dos sexos. Pero ¡ay! había que pagar.

Y como París es rica en SDF (siglas para designar a personas “sin domicilio fijo”, esa población que Macron prometió poner bajo techo en su primer año de mandato y todavía), gente que por definición carecen de efectivo, las aguas menores siguieron creando problemas mayores. Sobre todo, porque tampoco estaban en condicione­s de pagar la multa de 68 euros que penaliza el pis al aire libre.

En los noventa, un acuerdo entre la firma JC Decaux y el Ayuntamien­to de París impuso la gratuidad de las Sanisettes. Pero un cuarto de siglo más tarde, con París devenida primera ciudad turística del mundo y, cosas del centralism­o, parada y fonda obligatori­a para fuerzas vivas provincial­es, las Sanisettes han sido desbordada­s, valga la expresión.

De ahí este Uritrottoi­r, del que los vecinos de la hoy burguesa isla de Saint-Louis fustigan la fealdad, mientras que otros varones objetan la falta de intimidad que propone.

En fin, otro debate, serpiente de mar a la que nadie osa poner fin porque detrás hay electores: ¿qué hacer con las micciones cotidianas, y hasta doblemente diarias, de los 250.000 perros parisinos? ¿Un guautrotto­ir? ¿O la obligación, para esos amos, de instalar a la mascota un retrete en casa?

En principio, los nuevos artilugios reabsorben la orina y la transforma­n en abono para plantas

 ??  ??
 ?? THOMAS SAMSON / AFP ?? Orinar con vistasUn hombre utiliza uno de los nuevos urinarios uritrottoi­r en la isla de Saint-Louis mientrasco­ntempla el Sena
THOMAS SAMSON / AFP Orinar con vistasUn hombre utiliza uno de los nuevos urinarios uritrottoi­r en la isla de Saint-Louis mientrasco­ntempla el Sena
 ??  ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Spain