Del tiovivo al emperador
En Gràcia se entra por un tiovivo y se sale saludando a un emperador de Roma. Es lo que tiene la fiesta mayor, que ayer dio su primer paso con el pregón de la doctora Elena Carreras, quien reivindicó el papel de la mujer y recordó sus raíces en el barrio.
Ayer Gràcia ultimaba los detalles para celebrar su fiesta mayor, que de facto empieza hoy. En los jardines, al lado de la Diagonal, están los feriantes, con sus tiovivos y atracciones, imprescindibles en todos los saraos de este tipo. A medida que se va subiendo, se ve a los vecinos de las 21 calles y plazas que se están engalanando ultimando los detalles de sus decoraciones, que culminaron por la noche, tras largas horas de faena. Los hay para todos los gustos y aficiones. En la plaza del Raspall, la comunidad gitana recuerda sus costumbres; en Puigmartí se dibuja un paisaje hawaiano hasta llegar al otro extremo, en Verdi, donde se ha recreado el mundo romano, con sus murallas, su emperador y su dios Baco despidiendo (o dando la bienvenida, según cual sea el sentido de la marcha) a los viandantes.
En la plaza de la Vila se dio ayer el pistoletazo de salida con el pregón, que corrió a cargo de la doctora Elena Carreras. La fiesta mayor es un hecho festivo, pero lo que ha pasado en el último año provoca que tenga sus polémicas. Por ejemplo, Ciutadans se ha quejado de que en el balcón del distrito haya un lazo amarillo, cosa que critica ERC. Y entre la gente que se reunía en el lugar se repartieron letreros pidiendo la libertad de los presos, lo cual también solicitó la pregonera oficial en un momento de su discurso desde el edificio municipal.
Como también hubo palabras de recuerdo para las víctimas de los atentados de hace un año por parte de Eloi Badia y Gerard Ardanuy, regidor y presidente del distrito, respectivamente. Aquel suceso enturbió la 200.ª edición de la fiesta mayor.
En la 201.ª también hay un rifirrafe por la fiesta prevista en la plaza del Nord, que causa discrepancias entre los vecinos y el Consistorio.
Carreras, que es jefa del servicio de obstetricia y ginecología del Vall d’Hebron, glosó en su pregón su relación con el barrio, que fijó en tres puntos. El primero, el Centre Moral e Instructiu, donde expresó que aprendió a amar a su país y donde conoció a su esposo. El segundo, la Associació de Veïns i Veines, donde desempeñó la vocalía de la mujer y desde donde luego se reivindicó la cultural popular, recordando como participaba en los pasacalles embutida en un cabezudo de Grouxo Marx. Y el tercero, el Ateneu l’Artesà, muy ligado a la Lliga de la Llet de Gràcia, donde señaló que aprendió muchas cosas sobre la lactancia que le fueron de provecho en su profesión.
Al recordar su paso por la vocalía de la mujer en la Associació de Veïns i Veines, Elena Carreras hizo una defensa del papel de la mujer y exhortó a que las mujeres dejen de infravalorarse y que se reconozcan sus méritos. “Chicas, nos hemos de hacer valer”, exclamó la doctora.
Elena Carreras es una mujer que luce una sonrisa perenne, que empleó de la misma forma en su discurso para hablar de sus recuerdos del barrio, de su oficio o de política. Mientras ella hablaba, los camiones repartían su carga en los diferentes puntos donde se servirá comida y bebida, y los equipos de limpieza aseaban con mangueras aceras y asfalto, y dejaban en multitud de puntos contenedores para que la gente no ensucie el espacio público. Los vecinos terminaban los adornos de sus calles, mientras charlaban. Todo ocurría con cierta parsimonia, con tranquilidad. Dentro de unas horas ya no será así. Esta paz es el prólogo del bullicio, de la música, de riadas humanas. Desde hoy, del tiovivo al emperador todo será fiesta mayor.
Elena Carreras recordó en su pregón sus raíces en el barrio y reivindicó el papel de la mujer en la sociedad