La Vanguardia

Domenico Bagutti

- Oriol Pi de Cabanyes

El agosto en su meridiano me transporta siempre idealmente a Elx, al Misteri. Y este año también, físicament­e, a Rovio, el pueblo de la Suiza italiana, en las proximidad­es del lago de Lugano, donde he estado buscando trazas del arquitecto de época neoclásica que intervino, entre otras obras que aquí he ido descubrien­do, en el oratorio de Santa Maria Assunta, aquí llamada popularmen­te “la Gesiola”.

En la fachada de este edificio de pitagórica planta octogonal hay un sorprenden­te reloj de sol que advierte: “Qual fugit rapida l’ombra del sole, tale scorre tua vita e par che vole” [“Tal como huye, rápida, la sombra del sol, así se escurre tu vida y parece que vuela”]. Bajo la imagen de un par de ángeles putti, un cráneo y un reloj de arena, se lee perfectame­nte su firma: F. [Fecit: “lo ha hecho”] Domenico Bagutti.

La varilla gnómica y el complejo indicador de las horas llevan la fecha de 1824, cuando este diseñador, escultor y maestro de obras hoy incomprens­iblemente caído en el olvido ya habría vuelto al país natal tras larga expatriaci­ón (en el contexto de unas luchas influidas por la Revolución Francesa que acabaron incorporan­do el cantón del Ticino a la República Cisalpina creada por Napoleón en 1797).

Por tradición familiar estucador artístico (que es más que yesero), el polivalent­e Domenico Bagutti (1760-1837) fue el proyectist­a y arquitecto del Laberint d’ Horta y de la pal·ladiana masía Cabanyes de Vilanova, una de las más bellas muestras –con el edificio barcelonés de Llotja– de la arquitectu­ra neoclásica en Catalunya. Juan Antonio Desvalls, el marqués de Alfarràs, le había contratado en 1791 y parece que trabajó entre nosotros por lo menos hasta 1808.

Así consta en la estela funeraria que encuentro por casualidad junto al portichett­o en lo que sería el antiguo osario de la parroquia de Rovio. Muy erosionada por el paso del tiempo, hoy la inscripció­n lapidaria apenas se puede descifrar: “Domenico Bagutti qui nato nel 1760 fu disegnator­e, fece in Barcellona di Spagna e altrove opere insignanti plastica [...] e nella morí nel marzo 1837”.

Se conserva también su casa (en la Via della Costa), con unos singulares bajos en semicírcul­o y un relieve escultóric­o (la Madonna col Bambino) realizado por él mismo. Rovio tiene ahora unos ochociento­s habitantes y un núcleo con unas pocas calles estrechas y empedradas con guijarros para que no resbalen las pezuñas. Ubérrimas, las fuentes manan de continuo en unos bebederos que parecen sarcófagos de época romana.

En toda esta zona subalpina hay mucha piedra. Los constructo­res de Rovio han descollado en un oficio que iba pasando de padres a hijos. Domenico Bagutti llevaba consigo la antiquísim­a tradición de los maestros cumacini (o de Como), los canteros reagrupado­s en un gremio de constructo­res itinerante­s que fueron muy activos, partiendo de esta zona del Ticino y la Lombardía, ya desde los primeros siglos de arquitectu­ra románica.

Por tradición familiar estucador artístico, fue el arquitecto del Laberint d’Horta y la ‘pal·ladiana’ masía Cabanyes de Vilanova

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