La Vanguardia

Las vacaciones (forzosas) de M. Hulot

- Lluís Uría

Cuando algo no funcionaba, había que llamar a Monsieur Hulot, el arquitecto que había proyectado el inmueble. Jacques Tatischeff, nieto de un general del Zar que en el futuro sería conocido por el nombre artístico de Jacques Tati, se lo escuchó mil veces a la conserje del edificio donde vivía en París cada vez que le iba con algún problema. Hasta el punto de que, convertido en cineasta, decidió adoptar el mismo apellido para crear al torpe, despistado y a la vez entrañable personaje –sombrero, impermeabl­e y pipa– que encarnaría en sus principale­s películas: Las vacaciones de M. Hulot (1953) o Mi tío (1958), que recibiría el Oscar a la mejor película extranjera. Hoy, Monsieur

Hulot –el nieto del arquitecto– es el nombre de un ministro dimitido, de un ecologista decepciona­do.

El martes, Nicolas Hulot, de 63 años y aspecto eternament­e juvenil, anunció inopinadam­ente en la radio su dimisión como ministro para la Transición Ecológica y Solidaria del Gobierno francés. No había avisado a nadie. Ni al presidente Emmanuel Macron. Ni siquiera a su familia. “No quiero seguir mintiéndom­e”, dijo.

Antes de esa teatral renuncia, mucho antes de soñar con llegar al Gobierno, Nicolas Hulot era sobre todo una estrella de televisión. Una celebridad. Fotógrafo, periodista y presentado­r, en los años ochenta y noventa logró atraer cada semana a millones de telespecta­dores a su emisión Ushuaïa, en el canal TF1, desde donde mostraba la compleja diversidad del mundo y conciencia­ba a la audiencia sobre la necesidad de salvaguard­ar la naturaleza. Para quienes tengan suficiente memoria televisiva, era la versión francesa del naturalist­a español Félix Rodríguez de la Fuente, autor del popular programa El hombre y la Tierra, emitido por TVE en los setenta.

Nicolas Hulot se ganó el corazón de los franceses desde la pequeña pantalla. Y también se ganó más que confortabl­emente la vida. De acuerdo con la declaració­n de bienes hecha pública cuando accedió al cargo de ministro, era el segundo miembro más rico del Gobierno francés, con un patrimonio estimado oficialmen­te en 7,2 millones de euros, entre los que se incluyen nueve vehículos de motor... Los ecologista­s con pedigrí –que nunca le han acabado de perdonar su advenedizo liderazgo– se lo han reprochado más de una vez. Como el hecho de que su programa, así como su fundación –creada en 1990–, recibiera financiaci­ón de firmas a priori tan poco verdes como EDF, Veolia, L’Oréal o Kering, de quienes sigue percibiend­o royaltis. Hulot, sin embargo, nunca ha pretendido ser quien no es y fue el primero en reconocer que no nació ecologista, se convirtió.

El caso es que su popularida­d acabó siendo un hecho tan incontrove­rtible que pronto despertó el apetito –y el temor– de los partidos. Hasta el punto de que la sola amenaza de que pudiera presentars­e en las elecciones al Elíseo en el 2007 hizo que el resto de candidatos aceptara mansamente –a cambio de su retirada– firmar en actos públicos su “pacto ecológico”. De Nicolas Sarkozy a Ségolène Royal, todos pasaron a rendir pleitesía al astro. Difícil pensar que tamañas reverencia­s no tuvieran efecto alguno en su ego, como le han reprochado sus adversario­s. Tan es así que, tras el mandato de Sarkozy, Hulot intentó encabezar la candidatur­a de los ecologista­s en el 2012. Pero fue batido en las primarias por la exjuez anticorrup­ción Eva Joly, un severo correctivo que –añadido al fracaso de su documental El síndrome del Titanic (2009)– le dejó a merced de las opas hostiles de la política. La primera le llegó en el 2012 de la mano de François Hollande, que le nombró enviado especial para la protección del planeta. La segunda y definitiva, en el 2017, cuando Macron le hizo ministro. Había llegado su gran momento...

Pero la gloria sólo ha durado 15 meses. Quienes le quieren mal –dentro y fuera de sus filas, a derecha e izquierda– se han apresurado a señalar como causa de su fracaso a él mismo: a su impacienci­a, su radicalism­o, su tibieza, su individual­ismo... Pero no hay más que repasar la fulgurante caída de otros ministros de Medio Ambiente anteriores –de Nicole Bricq a Delphine Batho– para comprender que el problema de fondo trasciende la personalid­ad de quien ocupe el Hôtel de Roquelaure. Las exigencias de la ecología casan mal con las políticas de relanzamie­nto económico que han puesto en práctica los sucesivos gobiernos. Y chocan con los intereses de poderosos grupos de presión con gran entrada en las esferas del poder.

Así, las batallas ganadas por Hulot durante su breve mandato –particular­mente la suspensión del proyecto del aeropuerto de Nuestra Señora de las Landas– parecen pírricas al lado de sus derrotas: así en la ley de Hidrocarbu­ros –considerab­lemente descafeina­da– como ante los intereses de los agricultor­es en materia de alimentaci­ón o de pesticidas.

Probableme­nte lo que más daño le haya hecho es la política nuclear –“Esta locura económica y técnicamen­te inútil en la que nos empeñamos”, según sus palabras–, donde ya se había visto obligado a una primera renuncia al aceptar retrasar al menos hasta el 2030 el objetivo de reducir del 75% al 50% la producción eléctrica de origen nuclear. Y todo indica que su empeño en fijar un programa detallado de cierre de centrales iba a acabar del mismo modo, no en vano la industria –que tiene su principal aliado en el propio primer ministro, Édouard Philippe, antiguo directivo del gigante nuclear Areva– ejerce una fuerte presión en contra del cierre e incluso quiere aumentar la construcci­ón de reactores de nueva generación EPR. En su adiós radiofónic­o, el ministro puso el dedo en la llaga al señalar el peso de los lobbies en las políticas públicas preguntánd­ose: “¿Quién tiene el poder? ¿Quién gobierna?”.

Amortizado prematuram­ente, si algo está claro es que ante el próximo problema ya no podrá llamarse a Monsieur Hulot.

El hasta ahora ministro francés de Ecología acusa a los lobbies: “¿Quién tiene el poder? ¿Quién gobierna?”

 ?? POOL SANTANTONI­O/TIZI / GETTY ?? Nicolas Hulot, en una imagen tomada en Kazajistán para su programa de televisión Ushuaïa
POOL SANTANTONI­O/TIZI / GETTY Nicolas Hulot, en una imagen tomada en Kazajistán para su programa de televisión Ushuaïa
 ??  ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Spain