Política y administración
En los tiempos que corren estamos asistiendo a una intensísima lucha política que está alcanzando unas cotas de acritud y confrontación en la que se ve inmersa la población, muchas veces ajena a los intereses de los partidos que la provocan y dicen gobernar y que mas bien padecemos.
Con ello un sector de la población no implicado en las actividades de secundar a uno u otro bando asiste perplejo y molesto a la ausencia de soluciones viables para el pacifico disfrute de la sociedad del bienestar que pagamos con muchísimos impuestos y que deberían pasar a primera línea: desempleo, pensiones, correcto funcionamiento de los servicios públicos, educación, sanidad y armonía y lealtad entre administraciones para minimizar los costes para el contribuyente, etcétera.
Tras mas de cien días de gobierno de Pedro Sánchez y de Joaquim Torra/CarlesPuigdemont estamos viendo que poco es lo que se hace por la población y mucho, en cambio, lo que se hace por intereses partidistas, con unos pocos temas estrella: la exhumación de los restos de Franco del Valle de los Caídos, el imposible referéndum de autodeterminación de Catalunya, las “embajadas catalanas”, la disputa por los lazos amarillos y poca cosa mas.
Imaginen que en un arranque de fanatismo devoto a la figura de Puigdemont me persono en la casa llamada
La población que no es de uno u otro bando asiste perpleja a la ausencia de respuestas a los problemas reales
de la república en Waterloo o simplemente visito al president Torra o al presidente Sánchez para explicar los avatares que como ciudadano vengo sufriendo por la ineficacia de las administraciones o de determinadas empresas públicas o semipúblicas.
Imagino que –con discursos vacuos que solo contemplan la cortedad del trayecto que va desde su sillón a la próxima elección– tocarían un timbre y me enviarían a la puerta no sin antes advertirme de que semejantes “chorradas” no son de su incumbencia y que, en el caso de Catalunya, en este momento, lo más importante es que contribuya con mi presencia a las manifestaciones del 11 de septiembre, el 1 de octubre o un hipotético paro de país para, con la independencia, resolver mágicamente todos mis problemas. Pues eso que parece absurdo a todas luces es lo que está pasando y uno se pregunta si no estamos asistiendo a una permanente sesión de teatro o de circo que de poco sirve para hacer funcionar los servicios básicos que la “ciudadanía no adoctrinada” demanda.
La Moncloa y la Generalitat/Casa de la República de Waterloo siguen interesándose por cuestiones partidistas en vez de gobernar para resolver la infinidad problemas que amargan la vida de la ciudadanía.