Mecanismos evasivos
La Tribuna de Josep González i Sala “Grandes y pequeños” (Economía, 29/VIII/2018) revela una confusión terminológica: discute la afirmación, contenida en un informe de la CEOE, según la cual la economía sumergida se concentra en volúmenes de negocio pequeños, y asevera que hay que hablar de la cantidad total de evasión fiscal, señalando que se concentra en grandes empresas.
Aunque no existe unanimidad en la doctrina, la economía sumergida comprende el conjunto de actividades económicas no declaradas a las autoridades públicas. Ahora bien, la falta de declaración no equivale a la no presentación de las declaraciones fiscales, sino a la ocultación de la actividad a las diferentes autoridades, a fin de evitar el coste de cumplimiento de la normativa.
El fraude o evasión fiscal, en cambio, es la falta de pago de los tributos que un contribuyente debiera ingresar en el Tesoro público, con independencia de si está o no incluido en el censo de empresarios, profesionales y retenedores. Por tanto, aunque normalmente las empresas de la economía sumergida cometen fraude fiscal (si presentasen declaraciones tributarias, dejarían de estar ocultas), no todos los defraudadores se encuentran “sumergidos” para escapar al control de la Administración Pública. Por ello son perfectamente compatibles las dos afirmaciones aparentemente contradictorias: la mayor parte de las empresas de la economía sumergida son de pequeño tamaño (¿alguien se imagina que una gran empresa pueda pasar desapercibida?), pero el mayor volumen de fraude fiscal puede darse en entidades de gran tamaño, aunque utilizando mecanismos evasivos diferentes, como los que menciona el propio González i Sala.
JOSÉ M.ª ECHEVARRIETA Inspector de Hacienda del Estado