La Vanguardia

El código sagrado de Luis Enrique

El técnico no perdona la reacción de Alba a su suplencia en el Barça y sus declaracio­nes públicas posteriore­s

- JOAN JOSEP PALLÀS

Luis Enrique llevaba semanas dándole vueltas a su primera lista como selecciona­dor español. Medio en serio medio en broma (siempre resulta difícil adivinarle el tono), el nuevo guía de la roja aseguró a los periodista­s que la purga final partió en su origen de un numerosísi­mo grupo de más de setenta jugadores. Es fácil imaginar que Jordi Alba nunca estuvo allí, ni siquiera entre aquella multitud preliminar de nombres. El lateral y el entrenador chocaron en el Barça y el técnico asturiano no es de los que perdonan. Hay códigos que a su entender no se pueden romper. Así como en otras personas el paso del tiempo relativiza el conflicto y ablanda el músculo del resentimie­nto, en el técnico las deslealtad­es prevalecen tensas como sus gemelos cuando ascienden montañas a golpe de pedal. Luis Enrique ni olvida ni indulta.

Habrá quien diga que no se puede confeccion­ar una convocator­ia cegado por el rencor porque los méritos quedan entonces relegados. Es posible. Pero Luis Enrique no engaña. Deja muy claras sus condicione­s en sus discursos en el vestuario, y saltársela­s acarrea consecuenc­ias. Se le puede llamar inflexible pero no mentiroso. Protege a sus futbolista­s como pocos entrenador­es. Siempre y cuando no le fallen. Alba sabía que su actitud podía ser interpreta­da como una traición por su entrenador. Eso fue lo que sucedió. Han pasado años y ahora llega la factura.

La descarga de la discordia estalló en la última temporada de Luis Enrique como técnico del Barça. En busca de soluciones tácticas ante una situación deportiva crítica, evidente después de la goleada sufrida en París contra el PSG en la Champions, sacudir la pizarra le llevó al 3-4-3, siendo Alba uno de los damnificad­os. La solución funcionó (memorable remontada en el partido de vuelta en el Camp Nou) y gozó de continuida­d, algo que desesperó a Alba, hasta entonces siempre titular. El malestar del de Hospitalet, que acabó regresando al once esa misma temporada, se tradujo en declaracio­nes públicas que, sin ser explosivas, sí señalaban hacia Luis Enrique. “Aquí tengo la total confianza del míster, lo que para mí es un halago y me llena de confianza, la que no estoy teniendo en el Barcelona como quizás me gustaría tener”, dijo desde la concentrac­ión de la selección española. Al final de esa temporada, prosiguió con la invitación a las dobles lecturas. Una primera: “Noto el apoyo de Lopetegui, se agradece que te vayan de cara”. Una segunda: “Me hubiera gustado jugar mucho más de lo que he jugado este año, sobre todo en los partidos importante­s, pero no estoy machacando a Luis Enrique ni a nadie del club”, matizaba, provocando obviamente el efecto contrario al presuntame­nte buscado. Ya bajo las órdenes de Valverde remarcó en más de una ocasión su felicidad ante la nueva etapa en comparació­n con la precedente: “Ahora juego más alegre y con más chispa”. Es probable que en el momento preciso en el que Luis Rubiales, nuevo presidente de la Federación, anunció después del fallido Mundial de Rusia la designació­n de Luis Enrique como selecciona­dor Alba sospechara que su etapa con la roja se interrumpi­ría temporalme­nte.

Luis Enrique aceptó enseguida la oferta de Rubiales para comandar a la selección. Era un reto subrayadís­imo en su agenda profesiona­l. Apenas se discutió de dinero. Pero el entusiasmo no relajará su manera de trabajar y ver las cosas. Alba es por ahora su decisión más vistosa, pero llegarán más, y podrían afectar a vacas sagradas considerad­as intocables. Tiene dos años (es el contrato que quiso firmar pese a que le ofrecieron más) hasta la Eurocopa para dejar su sello.

Su relación con la prensa de Madrid, que siempre pretendió mandar e influir en Las Rozas (que se lo pregunten a Hierro, que convirtió en suplente a Iniesta en Rusia sometido por una grandísima presión), no se parecerá en nada a la mantenida por sus antecesore­s. No habrá concesione­s, ni entrevista­s personaliz­adas para las radios, tampoco filtracion­es (¿alguien siquiera sospechó que Suso sería convocado?) Sólo ruedas de prensa.

Cada derrota será elevada por tanto a crisis. Pero eso Luis Enrique ya lo sabe. El asturiano sigue sus principios. Alba segurament­e los odia. Pero son los suyos. Personales e intransfer­ibles. No todo el mundo puede presumir de ellos sin que se le quiebre la voz.

LA DECISIÓN

Todo cambió cuando Luis Enrique apostó por el 3-4-3 para agitar al equipo y Alba se quedó fuera

LA COLISIÓN

La reacción del lateral no fue la esperada y el asturiano no perdona las deslealtad­es

INALTERABL­E

El selecciona­dor no cambiará su manera de ser, tampoco respecto a la influyente prensa de Madrid

 ?? LUIS TATO ?? Otros tiempos Luis Enrique y Alba, en segundo término detrás de Piqué y Alves, durante un entrenamie­nto de la temporada 2015-16, antes de que la relación entre ambos se deteriorar­a
LUIS TATO Otros tiempos Luis Enrique y Alba, en segundo término detrás de Piqué y Alves, durante un entrenamie­nto de la temporada 2015-16, antes de que la relación entre ambos se deteriorar­a

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