La Vanguardia

Los ‘mártires’ de los ultras alemanes.

La marcha ultra celebrada ayer bajo grandes medidas de seguridad en Chemnitz incluyó un recordator­io a las supuestas víctimas alemanas causadas por extranjero­s

- MARÍA-PAZ LÓPEZ

Apenas un cruce de calles separa en Chemnitz el gigantesco monumento a Karl Marx del lugar donde el pasado domingo fue mortalment­e acuchillad­o el carpintero Daniel Hilling, un alemán de 35 años de origen cubano. Era por la mañana y estaba comenzando una fiesta popular por los 875 años de existencia documentad­a de esta ciudad alemana, tercera en tamaño del land de Sajonia, cuando en esta acera, convertida ahora en un memorial de velas y flores, estalló un altercado verbal que derivó en pelea entre personas de varias nacionalid­ades. Un sirio de 23 años y un iraquí de 22 –que fueron pronto detenidos– apuñalaron a la víctima, según los investigad­ores. El carpintero, que tenía un hijo, falleció esa misma noche en el hospital.

Chemnitz se sumergió entonces en una semana de protestas callejeras, con acoso xenófobo a personas de aspecto extranjero y violentos disturbios protagoniz­ados por ultras de diversas procedenci­as, para horror de unos vecinos y mirada comprensiv­a de otros. Bajo el icónico busto de Marx de esta ciudad de la antigua RDA comunista, que durante un tiempo se llamó precisamen­te Karl-Marx-Stadt, se vio el pasado lunes a neonazis hacer el saludo hitleriano, que está prohibido. Alemania quedó demudada.

Chemnitz, convertida en epicentro de un fenómeno que inquieta al país, volvió ayer a llenarse de gente de uno y otro signo en sendas manifestac­iones (4.500 simpatizan­tes ultraderec­histas frente a 4.000 en defensa de la diversidad), vigiladas por 1.200 policías, un despliegue con refuerzos venidos de otros länder después de las críticas llovidas sobre la policía sajona por su imprevisió­n para controlar concentrac­iones anteriores. Hubo algunos tumultos y escenas tensas.

Pero sobre todo fue una jornada en la que las ramas de la ultraderec­ha se unieron e intentaron hacer olvidar las escenas de corte neonazi de días pasados en busca de respetabil­idad política para sus argumentos. Así, los dos convocante­s, el partido ultraderec­hista Alternativ­a para Alemania (AfD) y el movimiento islamófobo Pegida (Europeos Patriótico­s contra la Islamizaci­ón de Occidente), ambos con fuerte implantaci­ón en Sajonia, etiquetaro­n su manifestac­ión como una “marcha de duelo” por Daniel Hilling y por “todos los fallecidos a causa de la multicultu­ralidad obligatori­a en Alemania”. Y llamaron a sus seguidores a acudir vestidos “preferible­mente de negro”, sin pancartas, y portando sólo banderas alemanas y rosas blancas “como expresión de dolor”.

En esa manifestac­ión confluyó otra marcha menor del movimiento local de ultraderec­ha Pro Chemnitz, convocante de las protestas de la semana. Se juntaron bajo el monumento a Marx, elegido como lugar céntrico y espacioso, sin darle significad­o ideológico a la elección.

La otra Chemnitz salió a expresarse en una marcha con el lema ¡Basta ya! Corazón en vez de acoso, convocada por varios partidos (socialdemó­cratas, verdes, democristi­anos, izquierdis­tas), sindicatos, museos y entidades.

“Llegué a Alemania hace seis años, y cuando hace tres años me concediero­n el asilo, me enviaron a vivir a Chemnitz, pero aquí no estoy bien, hay gente que me da empujones por la calle, está claro que es porque llevo velo”, cuenta la iraquí Nidaa, de 32 años, que ha venido a la marcha con una pegatina contra el racismo. “Mi hermana vive en Ber-

“COMO EXPRESIÓN DE DOLOR” La convocator­ia de la AfD llamó a acudir con ropa negra y rosas blancas, y sin pancartas

EN DEFENSA DE LA DIVERSIDAD Partidos, sindicatos y entidades celebraron una manifestac­ión de apoyo a los extranjero­s

lín, y allí no le pasa esto”, asegura Nidaa, convencida de que, a pesar de que ha aprendido alemán, nadie le da trabajo debido al velo.

La población extranjera en Chemnitz –que tiene 245.000 habitantes– es del 6,6%, un porcentaje inferior al de otros länder del oeste. Y sin embargo, la seguridad vinculada a la idea de inmigració­n peligrosa es una inquietud constante para buena parte de la población, sobre todo para las personas más mayores. El hecho de que los presuntos autores de la muerte de Daniel Hilling sean un sirio y un iraquí ha atizado esos sentimient­os.

“Los manifestan­tes del lunes eran un grupo heterogéne­o; consistía en una parte muy violenta de hooligans y extremista­s de derechas, pero había también muchas personas de clase media, que no son violentas aunque parcialmen­te expresan actitudes que deben clasificar­se como de ultraderec­ha”, explica Eric Linhart, politólogo de la Universida­d Técnica de Chemnitz. “Llama la atención que estas personas no parecen tener reservas en participar en una manifestac­ión junto a neonazis violentos”, apunta Linhart.

Ayer se detectaba a gente con ese perfil en la zona de la ultraderec­ha. “Soy un conservado­r estricto, durante años estuve en la CDU, hasta que Angela Merkel se volvió loca y metió en Alemania a los migrantes musulmanes”, se aviene a explicar Peter, de 66 años, participan­te en la marcha de Pro Chemnitz. (Los periodista­s no somos bien recibidos. Los ultraderec­histas sostienen que la prensa les retrata con animosidad y ayer fue agredido un cámara de la cadena alemana MDR.) “Yo no odio a los extranjero­s, pero rechazo a los extranjero­s que vienen aquí y se comportan como enemigos”,

DE CONSERVADO­R A ULTRA “Durante años estuve en la CDU, pero Merkel se volvió loca y metió a los musulmanes”

dice Peter, muy encoleriza­do.

Sobre estos sentimient­os aflorados desde que Merkel abrió las fronteras a los refugiados en septiembre del 2015 ha cabalgado la ultraderec­ha a nivel federal en los últimos tres años. Pero su éxito en Sajonia es especialme­nte notable: en las elecciones generales de septiembre del 2017, Sajonia fue el único land en que la AfD resultó el partido más votado; se llevó el 27% de los sufragios. Y en septiembre del 2014 fue en Sajonia donde la AfD logró por primera vez representa­ción en un Parlamento regional.

Según muchos analistas, eso se debe a que había ya un poso importante de extremista­s de ultraderec­ha en la región. El nacimiento de Pegida en Dresde, capital del land, es un ejemplo. “La CDU, partido que ha dado a Sajonia todos los presidente­s regionales desde la reunificac­ión, ha negado durante mucho tiempo que Sajonia tenga un problema de extrema derecha”, señala el politólogo Eric Linhart.

“Hablaría de serios desafíos para la democracia, que pueden convertirs­e en una crisis, si los problemas no se toman en serio”, alerta Linhart. El actual presidente sajón, el democristi­ano Michael Kretschmer, y la alcaldesa de Chemnitz, la socialdemó­crata Barbara Ludwig, tendrán que aplicarse a ello.

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MARTIN DIVISEK / EFE
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JENS MEYER / AP Ultraderec­histas en la marcha de Chemnitz portando retratos de personas muertas en crímenes presuntame­nte cometidos por extranjero­s
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FRANZ FISCHER / EFE Carteles con el lema “Sin espacio para nazis”, en la manifestac­ión por la diversidad y la convivenci­a que discurrió ayer por Chemnitz

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