Campaña desde prisión
El tribunal electoral brasileño falla contra el líder encarcelado
El expresidente Luiz Inácio Lula da Silva, que lidera las encuestas, no puede postularse, hoy por hoy, a las elecciones de octubre en Brasil, según la sentencia dictada por el Tribunal Superior Electoral, pero el Partido de los Trabajadores agotará todos los recursos.
Desde la cárcel, Luiz Inácio Lula da Silva es el protagonista absoluto de la campaña para las elecciones brasileñas del 7 de octubre, acabe siendo o no candidato. A día de hoy, el expresidente progresista (20032010), que lidera las encuestas, no puede postularse a los comicios, según la sentencia dictada la madrugada de ayer por el Tribunal Superior Electoral (TSE). Sin embargo, el Partido de los Trabajadores (PT) anunció que presentará “todos los recursos”.
La decisión del máximo órgano electoral del país fue tomada casi por unanimidad. Sólo uno de los siete magistrados, Edson Fachin, votó a favor de permitir a Lula ser candidato basándose en una reciente resolución cautelar del Comité de Derechos Humanos de la ONU, que pidió salvaguardar los derechos políticos de Lula. La opinión de Fachin es especialmente relevante, teniendo en cuenta que también es miembro del Tribunal Supremo, que probablemente acabará teniendo la última palabra en el caso si el PT lleva hasta el final la candidatura de su líder.
La formación izquierdista calificó el fallo del TSE de “arbitrario”, “político” y “basado en mentiras”. “Vamos a presentar todos los recursos para que sean reconocidos los derechos políticos de Lula, previstos en la ley y en los tratados internacionales ratificados por Brasil”, expresó el PT en un comunicado.
La decisión del TSE era previsible, pero el juicio se adelantó por sorpresa el mismo viernes, ya que estaba previsto para mediados de septiembre, lo que da una idea de la distorsión que representa la candidatura de Lula en una campaña atípica, en la que el exsindicalista lidera de calle la intención de voto con más del 39% a pesar de estar encarcelado por corrupción desde abril en un recinto especial de Curitiba. El segundo en los sondeos es un outsider, el ultraderechista Jair Bolsonaro, con el 19%.
El tribunal electoral dio diez días al PT y a sus aliados en la coalición postulante –el Partido Comunista (PcdoB) y el Partido Republicano del Orden Social (PROS)– para postular un nuevo candidato, que en principio sería el otro integrante del ticket electoral como vicepresidente, Fernando Haddad. No obstante, la presentación de recursos judiciales retrasaría el reemplazo, aunque dentro del PT existen voces cercanas a Haddad, exalcalde de Sao Paulo (2013-2017), que piden pasar página cuanto antes.
La candidatura de Lula fue presentada ante el TSE en Brasilia el 15 de agosto –último día para que venciera el plazo– después de una manifestación donde la expresidenta Dilma Rousseff (2011-2016) y otros líderes del PT volvieron a exigir la libertad del exsindicalista y reiteraron la opinión de que se trata de una persecución política.
El fallo del TSE fue tomado en base a la ley conocida como Ficha Limpia –sancionada precisamente por Lula en el 2010– que impide a los políticos condenados por corrupción en segunda instancia concurrir a cualquier cargo de elección popular. En primera instancia, el expresidente fue condenado hace un año por el juez del macrocaso Petrobras, Sérgio Moro, a nueve años y medio de prisión por cobrar como soborno de una constructora un apartamento en una playa de Sao Paulo. En enero, un tribunal de Porto Alegre ratificó la condena y elevó la pena a doce años y un mes. Aunque la sentencia se encuentra apelada nuevamente, la justicia brasileña ha rechazado uno tras otro la seguidilla de recursos presentados por los abogados del exmandatario.
El Partido de los Trabajadores califica la decisión de “política” y presentará “todos los recursos”