Historia de un solar
Los arqueólogos rescatan una necrópolis medieval y los suelos del Palau de les Belles Arts donde estuvieron los juzgados de Barcelona
Las ciudades con mucha historia tienen estas sorpresas: cuando piensas en el presente te asalta el pasado. Que se lo expliquen a Adif, que cada vez que perfora en La Sagrera para hacer una estación le salen restos prehistóricos, romanos, medievales y de la guerra dels Segadors. Uno de los solares que tiene una peripecia más singular es el que está ubicado en el paseo de Lluís Companys, en la esquina del paseo Pujades. En este lugar se ha de levantar la nueva Audiencia de Barcelona, pero al derribar lo existente se ha comprobado que allí han coincidido un cementerio medieval, el palacio donde se inauguró la Exposición Universal de 1888 y los juzgados de Barcelona; una crónica de funerales, de reyes y empresarios y de chorizos en pocos metros cuadrados.
Unas vallas cercan hoy el espacio, tras la cual asoman montañas de cascotes. En septiembre del año pasado se inició el derribo del inmueble que albergó los juzgados de Barcelona entre 1966 y 2009. La idea era edificar la nueva Audiencia de Barcelona, un proyecto que está acumulando retrasos por la falta de presupuesto. Ahora se suma una nueva interrupción, porque Justicia ha suspendido las obras.
La causa es que las prospecciones arqueológicas han arrojado resultados espectaculares. Cronológicamente, lo más antiguo que ha aparecido es una necrópolis medieval, que se sitúa entre los siglos VII y IX. En total se han encontrado 16 enterramientos que se cree forman parte de una extensa necrópolis, que a lo mejor estaba asociada a una iglesia y que se extiende también por la calle Comerç y el paseo Pujades. Todos los cuerpos estaban inhumados en una suerte de cajas de piedra, cubiertas con losas, y dos de las tumbas corresponden a niños.
Situémonos en el tiempo. En esta época la ciudad estaba amurallada, pero su perímetro aún era el de los lienzos romanos, o sea, que la fortificación se situaba a la altura de lo que hoy es la Via Laietana (donde aún pueden verse restos de esta construcción). O sea, que este cementerio estaba situado más allá de la protección de las almenas.
Demos ahora un salto en el tiempo. En 1854 se inició el derribo de las murallas, que ya llegaban hasta el paseo de Sant Joan, y también se ponía fin a la Ciutadela militar construida tras 1714 para dar lugar a un parque. En 1888 la ciudad se lanzó a organizar una Exposición Universal, de la que aún nos quedan recuerdos, como el monumento a Colón o el Castell dels Tres Dragons, que albergó durante años el Museu de Zoologia. Esta iniciativa permitió urbanizar toda una zona de la ciudad (como luego ocurrió con la Exposición de 1929 o los Juegos Olímpicos). Uno de los edificios más emblemáticos fue el Palau de les Belles Arts, enclavado, precisamente, en el actual cruce de Pujades con Lluis Companys. Obra de August Font, tenía planta rectangular de 91 por 50 metros. Una estructura de hierro permitía la existencia de una gran sala de actos, donde la reina regente, María Cristina, acompañada de un Alfonso XIII aún menor de edad, inauguró la Exposición el 20 de mayo de 1888.
Esta jornada fue ampliamente recogida en la edición del día 21 de
La Vanguardia, en la que se decía que la idea fue “mito ayer, empresa risible luego, de terminación lejana después, siempre tropezando con obstáculos de todo género”, para añadir que su inicio “ha dado a España sitio en los consejos internacionales del trabajo”.
Al reportero, que cuenta que asistió al evento “vestido de punta en blanco”, le llamó la atención que en la entrada del palacio estaba formada una compañía de cazadores con bandera y música, y también que allí se arremolinaban una “buena cantidad de mujeres bonitas, muy agraciadas físicamente, mas lo bastante desgraciadas para no tener entrada en el salón de fiestas”.
En este salón central se desarrollo el acto inaugural. Después del certamen, el Palau de les Belles Arts fue utilizado como sala de conciertos y de exposiciones. Durante la Guerra Civil resultó afectado por los bombardeos y en 1943 fue demolido tanto por los daños sufridos como por reutilizar el hierro que soportaba su magnífica estructura. Pues ahora, al excavar, han aparecido los suelos de aquel espectacular palacio.
En el año 1966 en el mismo emplazamiento se levantó un feo edificio, que se tenía pensado para hospital de tuberculosos, pero que al final se destinó a la enfermedad social de la delincuencia: los juzgados de Barcelona. En sus bajos se podía encontrar un quiosco, una estafeta de correos y una sucursal bancaria donde apoquinar las fianzas y las multas. Por sus pasillos circuló toda la crónica negra de la ciudad del final de la dictadura, la transición y la democracia: quinquis, estafadores, asesinos, timadores y malhechores de toda ralea, que recorrían los pasillos esposados y custodiados, para sorpresa y no poca estupefacción de los que acudían a agilizar algún trámite. Y también fuente de anécdotas impagables, como el robo del sumario de la explosión de gas en la calle Capità Arenas que salió volando por una ventana para que un cómplice se lo llevara cuando aterrizó, a lo Misión Imposible.
En 2009 el edificio fue clausurado y sus dependencias trasladadas a la Ciutat de la Justícia. Su interior fue degradándose, amenazando ruina. El año pasado empezó a demolerse, a fin de construir la nueva Audiencia. Pero como en la Sagrera, tendrá que esperar, porque los arqueólogos han rescatado la historia del lugar: la necrópolis medieval, el esplendoroso Palau de les Belles Arts y el recuerdo de la crónica negra de la ciudad. Todo en el mismo solar.
Los arqueólogos han rescatado 16 tumbas que se datan entre los siglos VI al IX
Allí estuvo el Palau de les Belles Arts, donde se inauguró la Exposición de 1888
HISTORIA DE LA MALA VIDA
Por los juzgados desfiló la crónica negra de la ciudad entre 1966 y 2009