La Vanguardia

20 años, 30 duelos

Las Williams, Serena y Venus, hermanas, amigas y rivales, se enfrentan en la central

- CANDY RODÓ

Visto y no visto. En poco más de una hora, Serena Williams se había ventilado a su hermana mayor, Venus, en dos sets (6-1, 6-2) y pasaba a octavos, en busca de su séptimo trofeo neoyorquin­o. Este era su trigésimo duelo en el circuito, una rivalidad que, como profesiona­les, se inició hace veinte años, pero que en realidad, se remonta a mucho antes. “Comenzamos este camino hace 35 años. Bueno, empezó antes de que naciéramos”, decía Serena.

Su padre las entrenó desde bien pequeñas y las educó para que crecieran con confianza y sin miedo, listas para arrasar en el tenis. Hoy, entre las dos tienen 30 títulos individual­es de Grand Slam (23 la menor y 7 la mayor) y 14 de dobles jugando juntas.

Bajo las luces de la Arthur Ashe, ante un público que llevaba esperando ese cruce desde que se dio a conocer el cuadro, las Williams saltaron a la pista como suele ser habitual: dispuestas a buscar el triunfo, cada una con su estilo. Serena salió con el modelo de noche que estrenó en la gala inaugural: un traje negro, de una sola manga, con un tutú de bailarina de gasa, medias de redecilla, zapatillas de purpurina plateada y el pelo semirecogi­do con una cinta negra. Venus lució un conjunto de falda estampada y top lila con detalles del mismo estampado y una visera a juego, todo de su propia línea de moda, de la que es la diseñadora principal.

Este partido de tercera ronda era su segundo encuentro del año; el primero lo ganó Venus en Indian Wells, a pocas semanas de que Serena regresara a la competició­n tras su embarazo y el nacimiento de su hija. Esta era también la primera vez que se enfrentaba­n en una ronda tan temprana en uno de los grandes. “Para ambas, cada partido que disputan entre ellas, emocionalm­ente, es como una final de Grand Slam”, aseguraba David Witt, el entrenador de Venus.

“Es duro. Hay que mantener la concentrac­ión en cada punto. No porque sea Venus o sea mi hermana, sino porque es una de las mejores tenistas de todos los tiempos y, de largo, la mejor jugadora contra la que he competido”, reconocía Serena. “Me alegro de haberme quitado el partido de encima”.

Su marcador particular es ahora de 18 victorias para Serena y 12 para Venus. Y a pesar del contundent­e resultado, para la menor de las hermanas es siempre el partido más difícil. “Para mí, requiere más energía mental que física”, explicaba Serena. Durante el duelo, las hermanas se tratan como a cualquier otra rival: no se miran a los ojos, ni se cruzan una palabra, ni un gesto. Al terminar, la ganadora no celebra la victoria. Simplement­e se van hacia la red y se dan un abrazo. En esta ocasión, Venus le dedicó una tierna sonrisa a su hermana menor.

“Creo que es el mejor partido que ha disputado contra mí”, dijo la tenista de 38 años. “No es que yo hiciera nada mal. Es que ella lo hizo todo bien. Ha jugado un tenis intocable”. Serena solamente perdió 4 puntos con su servicio. “No es fácil; Venus es mi mejor amiga. Cada vez que pierde es como si perdiera yo también”, se lamentaba Serena. “Pero ambas sabemos que en la vida hay más que jugar una contra otra y más que el tenis. La quiero con todo mi corazón y es la razón por la que estoy aquí. Se lo debo todo. Hoy, las dos somos ganadoras”.

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RAY STUBBLEBIN­E / EFE Serena, la ganadora, a la izquierda, se abraza a Venus

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