La Vanguardia

Tropiezo en Vitoria

Los blanquiazu­les caen en Mendizorro­tza ante un Alavés que remontó el partido en un par de acciones aisladas

- RAMÓN ÁLVAREZ

El Espanyol, que no había perdido desde la llegada al banquillo de Rubi ni en los seis partidos de la pretempora­da ni en las dos primeras jornadas de Liga, cae ante el Alavés en Mendizorro­za, donde el equipo y la afición blanquiazu­l reciben un baño de realidad.

No había perdido el Espanyol desde que Quique Sánchez Flores fue destituido. Ni lo hizo David Gallego en los últimos cinco duelos de la pasada campaña, ni lo había hecho Rubi en los seis partidos de la pretempora­da ni en las dos primeras jornadas de Liga. El mundo blanquiazu­l era perfecto con un planteamie­nto atrevido y un juego vistoso. Hasta ayer, cuando el equipo y la afición recibieron un baño de realidad en Mendizorro­tza.

Bastaron dos minutos para que el Espanyol viese como el gol de ventaja con el que se había ido al descanso se trocaba en una remontada de un Alavés con tan pocos argumentos como efectivida­d. Sí, puede que el Espanyol mereciese ganar por juego y por ocasiones, pero el fútbol es mucho más que eso y Abelardo, rácano, acabó ganando la partida a la generosida­d de Rubi.

Los españolist­as también fueron ayer víctimas colaterale­s del VAR. Tras celebrar un 2-0 que encarrilab­a el partido en el arranque del segundo tiempo vieron cómo el videoarbit­raje les anulaba el tanto. Un chasco que minó la moral del equipo y dio alas al conjunto local.

Porque el Espanyol se había presentado en Vitoria dispuesto a hacerse con el partido con el mismo once con el que superó al Valencia hace una semana en Cornellà. Se encontró lo que esperaba: un rival intenso que a los 2 minutos de juego ya daba el primer susto cuando Manu García enviaba un balón a las redes, aunque no sin antes ayudarse de las manos para controlar el balón, lo que hizo que el tanto no subiese al marcador. La lección, por eso, estaba aprendida: había que aguantar como fuese el primer cuarto de hora y tratar de calmar el partido para que las ideas se impusiesen al corazón. El Espanyol lo consiguió, y a los 22 minutos de juePoco go ya era Baptistão quien obligaba a Pacheco a exhibirse.

Sin embargo, los visitantes no conseguían hacerse con el control del partido. Básicament­e porque Abelardo había ordenado a los suyos coser a faltas a los españolist­as en zonas de poco peligro. Eso tenía un precio, y en menos de 20 minutos sus dos mediocentr­os, Wakaso y Manu García, ya habían visto la amarilla. Y el Alavés se vio entonces forzado a bajar el pistón.

a poco y con la dificultad que siempre marca este escenario, el Espanyol empezó, si no a hacerse con el partido, a llegar con algo de claridad al área rival. Hasta que una gran pared de Borja Iglesias con Sergio García hizo que el Espanyol consiguies­e abrir la lata. El ariete catalán remató al larguero, aunque Pacheco quizá ni rozó el balón con los guantes Iglesias Villanueva pitó córner. En el saque de esquina, Laguardia dio un empujón a David López dentro del área que el colegiado no sancionó en primera instancia, aunque sí cuando vio la acción a través del monitor de campo. Y Baptistão marcó desde el punto de penalti ya al filo del descanso.

Tras la reanudació­n, el Espanyol protagoniz­ó la acción que marcó el partido, una excelente combinació­n entre Granero, Borja Iglesias, Baptistão y Sergio García, quien acabó enviando el balón a las redes. Pero esta vez el VAR alertó al colegiado de un fuera de juego cuando el Alavés ya se disponía a sacar desde el centro del campo.

Una decepción para el Espanyol y una gran inyección de moral para un Alavés que pasó en un segundo de la decepción profunda a la euforia y se vino arriba para ir de nuevo a por el partido. No habían pasado ni diez minutos cuando Borja Bastón aprovechó un mal rechace de Marc Roca para igualar con un cabezazo certero. Y apenas dos minutos después, un suspiro, Sobrino conseguía dar la vuelta al marcador tras un carrerón de Jony por la banda.

El Espanyol tenía aún media hora por delante y lo cierto es que a partir de ahí el partido ya fue completame­nte suyo ante un Alavés que se limitó a defenderse. Rubi movió el banquillo en busca de alternativ­as sin ni siquiera dudar en sentar a Javi López para ubicar a Hernán Pérez como lateral en busca de profundida­d por las bandas. Y a partir de ahí lo del Espanyol se convirtió en un quiero y no puedo, en un ataque y gol sin gol en el que hasta Diego López subía hasta el centro del campo a iniciar el juego.

Pero ni por esas. El Alavés se encerró con una línea de cinco y otra de cuatro pegaditas que hicieron imposible a los de Rubi llegar con claridad. Y el planteamie­nto amarrategu­i de Abelardo acabó ganando la partida.

DE LA ALEGRÍA AL BAJÓN

El VAR concedió a los visitantes un penalti no pitado, pero anuló el gol que podía matar el duelo

A LA CONTRA

Con un juego contundent­e y defensivo, Abelardo consiguió ganar la partida a la propuesta de Rubi

 ?? ADRIAN RUIZ DE HIERRO / EFE ?? Rubi aprovecha uno de los parones para refrescars­e por altas temperatur­as para dar instruccio­nes a sus jugadores
ADRIAN RUIZ DE HIERRO / EFE Rubi aprovecha uno de los parones para refrescars­e por altas temperatur­as para dar instruccio­nes a sus jugadores

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