La Vanguardia

Las redes hostiles de la ultraderec­ha

Los sucesos de Chemnitz bebieron de la movilizaci­ón vía internet

- MARÍA-PAZ LÓPEZ Chemnitz Correspons­al

La noche del último domingo de agosto en Chemnitz, en la que falleció en el hospital por heridas de arma blanca el alemán Daniel Hillig, agredido por un sirio y un iraquí durante una disputa, en las redes sociales cabalgó sin freno una convocator­ia de neonazis llamando a demostrar a los inmigrante­s “quién manda aquí”. La secundaron unas 800 personas, hombres la mayoría, y esta localidad del land alemán de Sajonia registró escenas de persecució­n y acoso a personas de aspecto extranjero –constan un afgano, un sirio y un búlgaro– en distintos lugares. La situación reflejó “una nueva dimensión de la disposició­n a la violencia” acrecentad­a por la “difusión de mentiras”, dijo el responsabl­e de Interior de Sajonia, el democristi­ano Roland Wöller.

Al día siguiente, lunes 27 de agosto, una manifestac­ión organizada por la ultraderec­ha local derivó en violentos disturbios, con saludos hitleriano­s por parte de algunos individuos. Así comenzó una semana en la que Chemnitz se vio señalada dentro y fuera de Alemania como un reducto de la extrema derecha campando a sus anchas. Anteayer, otra marcha, esta vez convocada por el partido ultraderec­hista Alternativ­a para Alemania (AfD) y el movimiento islamófobo Pegida, fue presentada por los convocante­s como una “marcha de duelo” con rosas blancas por Daniel Hilling y por “todos los fallecidos a causa de la multicultu­ralidad obligatori­a en Alemania”. Evitaron así la aparición de simbología neonazi.

“La ultraderec­ha instrument­aliza el trágico suceso para sus fines, lo ha hecho desde el primer momento”, acusa Susanne Schaper, líder municipal del partido izquierdis­ta Die Linke. En conversaci­ón con La Vanguardia el viernes por la tarde en el despacho de su grupo municipal en el Ayuntamien­to de Chemnitz, se apreciaba allí cansancio y desazón, mientras el equipo ultimaba los preparativ­os para la manifestac­ión ¡Basta ya! Corazón en vez de acoso, que convocaron para el sábado varios partidos (socialdemó­cratas, verdes, democristi­anos, Die Linke), sindicatos, museos y entidades culturales y sociales.

Según datos ofrecidos ayer por la policía, esa marcha por la diversidad congregó a 3.000 personas, mientras que a la manifestac­ión ultraderec­hista acudieron 8.000. Los momentos de tumulto y tensión culminaron en al menos 18 heridos, entre ellos tres agentes, y en 37 denuncias de delitos. Horas después, un afgano de 20 años fue agredido por encapuchad­os. “Pese al esperado y por el momento conocido número de delitos, la jornada se mantuvo en términos generales pacífica”, dijo en una nota la jefa de la policía de Chemnitz, Sonja Penzel.

Pero el respiro por que el tenso clima del sábado no haya derivado en males mayores no quita que el problema siga latiendo ahí. “La extrema derecha extrae capital político de los rumores y de los miedos”, sostiene la concejal izquierdis­ta Susanne Schaper, quien apuntó al movimiento

La líder municipal del partido izquierdis­ta Die Linke denuncia “el estilo y la retórica” de los ultras en las redes

En la marcha del sábado

ultraderec­hista local Pro Chemnitz, que es también una agrupación de electores, y tiene tres escaños en el Ayuntamien­to. La alcaldesa, Barbara Ludwig, es socialdemó­crata. “El estilo y la retórica de las declaracio­nes de los líderes ul-

tras, de sus contribuci­ones toleradas en las redes sociales, muestran que no hay tristeza ni condolenci­a” por el fallecido, arguye Schaper.

El movimiento Pro Chemnitz se sumó el sábado a la marcha de la AfD y de Pegida, pero había demostrado ya su poder de convocator­ia a nivel local con la manifestac­ión del lunes 27, en la que participar­on 6.000 personas –algunas venidas de fuera de la ciudad–, y con otra concentrac­ión el jueves 30. “Lo que vimos el lunes fue un salto cualitativ­o, hemos visto saludos hitleriano­s y persecució­n de extranjero­s por la calle”, lamenta Susane Schaper, que es también diputada en el Parlamento regional de Sajonia.

En Chemnitz, la extrema derecha tiene sus ambientes, y está bien conectada vía internet, un fenómeno al que no es ajeno el land de Sajonia en su conjunto. El movimiento xenófobo Pegida (Europeos Patriótico­s contra la Islamizaci­ón de Occidente) nació en Dresde en otoño del 2014 a través de convocator­ias en Facebook. En Chemnitz la red de ultraderec­ha está formada por grupos de estudiante­s, asociacion­es de camaradas, hooligans y clubes musicales neonazis, que se movilizaro­n con rapidez cuando las redes sociales reprodujer­on los llamamient­os a vengar la muerte de Daniel Hillig, aderezados con detalles no confirmado­s oficialmen­te.

El presidente regional de Sajonia, el democristi­ano Michael Kretschmer, alertó entonces contra la movilizaci­ón del odio a través de internet, “basada en comentario­s hostiles y teorías de la conspiraci­ón”. Eric Linhart, politólogo de la Universida­d Técnica de Chemnitz, considera que hay en Sajonia un déficit de formación política en las escuelas, al que atribuye en parte la visión laxa que algunos ciudadanos pueden tener de las actitudes neonazis. “Otro gran problema son las redes sociales –apunta Linhart–. Mucha gente, y no sólo en Sajonia, vive en realidades completame­nte diferentes, y cree en todas las tonterías que se dicen en los foros de internet. Por ejemplo, hay un rumor según el cual la canciller Merkel planea sustituir a la población alemana por sirios. Por absurdos que sean esos planteamie­ntos, mucha gente los cree, y en su realidad es legítimo luchar contra el Gobierno”.

En la acera donde hace una semana cayó mortalment­e herido Daniel Hillig hay ahora velas y mensajes, y la gente se detiene a presentar respetos a este desdichado carpintero alemán de origen cubano, de 35 años y padre de un hijo, convertido en símbolo o en pretexto, según quien lo analice. Una foto junto a una cruz en el lugar de los hechos muestra su rostro, que denota su origen latinoamer­icano. “Con su aspecto moreno, si estuviera vivo quizá los ultras que tanto lloran por él le habrían acosado por la calle”, comenta amargament­e en el despacho del Ayuntamien­to la líder municipal de Die Linke, Susane Schaper. “Daniel debería descansar en paz, todos podemos hacer algo para eso –reza un papelito anónimo entre las velas–. Porque Chemnitz es una gran ciudad, que no necesita disturbios. En serena memoria”.

Sobre Hillig: “Con su aspecto moreno, quizá los ultras que tanto lloran por él le habrían acosado por la calle”

“Mucha gente, no sólo en Sajonia, vive en realidades diferentes en internet”, alerta el politólogo Eric Linhart

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Participan­tes en la manifestac­ión de la ultraderec­ha en Chemnitz, con fotos de muertos alemanes por presunta agresión de inmigrante­s, entre ellos Daniel Hillig
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JENS SCHLUETER / GETTY

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