La Vanguardia

Un memorable delirio caótico

El Canet Rock celebró hace cuarenta años su edición más internacio­nal

- JUAN BUFILL

El cartel era espléndido: prometía los eléctricos y lisérgicos vuelos cósmicos de Daevid Allen, la frescura de la new wave neoyorquin­a de Blondie y de la new wave británica y felizmente caótica de Ultravox, la poesía gótica o intemporal de Nico, la fluidez hedonista de Kevin Ayers, el divertido punk estilo Cornellà de La Banda Trapera del Río y los delirios hippy-futuristas de un Pau Riba acompañado por Jaume Martí, el alucinante guitarrist­a del grupo de rock-jazz libérrimo La Propiedad Es Un Robo, comparable con Robert Fripp, Fred Frith y Marc Ribot. Al final Kevin Ayers no apareció, ni tampoco Pau Riba y Martí pudieron celebrar su ritual o broma utópica, que debía anunciar un deseado cambio de época. Así que aquella noche ni acabó la era de Piscis ni empezó la era de Acuario (paz, amor y arte con mayúsculas). Pero, por lo demás, lo cierto es que hace exactament­e cuarenta años, entre la tarde del 2 y la mañana del 3 de septiembre de 1978, se celebró una edición internacio­nal del festival Canet Rock que hoy se considera histórica.

Y quizá se ha considerad­o así porque debía de ser un equivalent­e español y catalán de lo que habían sido los famosos tres días de paz y música que se celebraron en Woodstock –cerca de Nueva York– en 1969, aquellos que filmó Michael Waldleigh y montó Martin Scorsese. Fue la cuarta y última edición de la primera época de un festival que desde el 2014 vive en Canet de Mar una segunda época, ya en clave local. A quienes lo vivimos entonces, el festival de 1978 nos pareció caótico, extraño, con episodios desastroso­s, tediosos y hasta ridículos, pero también con bastantes momentos memorables.

Creo que el momento decisivo de aquella noche –por emplear un término acuñado por el fotógrafo Henri Cartier-Bresson– sucedió a medio concierto de Nico, cuando esta cantante y compositor­a que participó en el primer disco de Velvet Undergroun­d había comenzado a cantar y tocar con su harmonium una de sus mejores canciones, Janitor of Lunacy .El viento movía las páginas de su partitura y la música era sublime. Entonces algunos espectador­es mostraron la pequeñez y la miseria de sus almas lanzando alguna lata o botella contra Nico y gritando: “¡Queremos música de jaleo!”. Un lema lamentable que –me temo– daba la razón a Nietzsche y a Ortega en lo referente a la infracultu­ra de masas. Lo cierto es que esa mayoría o minoría ruidosa logró echar a Nico del escenario, y este hecho me pareció significat­ivo entonces, y tan deprimente como el actual éxito de ese infierno musical llamado reguetón.

La de 1978 era la primera edición internacio­nal de este festival, que nació con un tono zelestial (de Zeleste, el local de la calle entonces Platería y hoy Argenteria) en 1975, con los mejores músicos catalanes del momento (Sisa, Pau Riba, etcétera), y que en 1978, bajo la organizaci­ón o desorganiz­ación de Sono-Servei y Matriu Matràs, parecía iniciar una nueva fase. Y digo desorganiz­ación porque aquel año no sólo aproximada­mente la mitad del público se coló, sino porque además sólo había un escenario y por ello entre concierto y concierto la espera alcanzó registros insoportab­les, de largometra­je vacío: hasta una hora y media. Me consta que una parte del público dormía precisamen­te mientras sus grupos favoritos (Blondie, Ultravox) por fin ofrecían sus maravillos­os conciertos. De Blondie recuerdo especialme­nte su estupenda versión de I know but I don’t know ,el sonido más cercano a Patti Smith que a un pop convencion­al y el aspecto desaliñado y excitante de Debbie Harry. Su cabello escondía su mirada y no sus labios, y recuerdo que no llevaba faldas, ni tampoco pantalones. Le bastaba una camisa de tigresa y una lencería a juego con su chaqueta oscura. Al amanecer, los de Ultravox ofrecieron un estupendo concierto mientras la mayoría del público dormía su cansancio o su resaca y unos pocos bailábamos el caos auroral y maquinal de Artificial Life. Desde entonces han pasado cuarenta años y de la era de Acuario no se tiene noticia.

Ultravox

UN CARTEL ESPLÉNDIDO

Daevid Allen, Blondie, Ultravox, Nico, La Banda Trapera del Río...

MOMENTO DECISIVO

Nico fue echada del escenario al grito de “¡Queremos música de jaleo!”

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YOUTUBE Arriba, un momento de la actuación felizmente caótica de la banda new wave británica, mientras muchos de sus seguidores habían caído rendidos por el sueño BlondieSob­re estas líneas, la new wave de Nueva York estuvo representa­da por el grupo liderado por Debbie Harry, que interpretó, entre otras, I know but I don’t know
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SALVADOR COSTA

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