Quincena de éxito
La Quincena de San Sebastián cierra puertas anticipando la conmemoración Berlioz del próximo año. La WDR Sinfonieorchester-Colonia (la orquesta de la Westdeutscher Rundfunk) con su director titular, Jukka-Pekka Saraste, interpretaron con el Orfeón Donostiarra el imponente Réquiem escrito para Les Invalides de París.
Un concierto memorable en particular por esa mágica masa coral que dirige J.A. Sainz Alfaro; unos 150 cantantes que hacen bandera de la homogeneidad y la musicalidad, notoria en el Lachrimosa, de fluidez en la expresión, manifiesta en el comienzo de la obra, de la nitidez de sus secciones y de la potencia del conjunto haciendo frente a 6 juegos de timbales y grupos de metales que complementaba la orquesta central, muy bien situados en la sala. Y con expresiones a capella, sentido dramático y notable afinación. Contrasta este resultado con la modestia de su director, que es uno de los grandes del mundo coral.
El director Saraste trabajó a conciencia, con claridad y las cosas en su lugar, definiendo momentos de gran interioridad expresiva con recursos masivos y sin forzar sonoridades ni recursos, y contando con la exquisita participación del tenor Maxililian Schmitt.
El día anterior, con el Concierto n.º 1 de Brahms con Igor Levit yel Sacre du Printemps de Stravinski, Saraste dejó ver una cierta displicencia y escaso compromiso expresivo, controlando los discursos pero sin manifestar en Brahms la necesaria tensión de la frase –bien secundado en esto por Levit–, ni la homogeneidad del conjunto, ni en Stravinski la intencionalidad cubista de aristas y planos. Un planteamiento formal y de superficie, diríamos que correcto.
Honores pues para el Orfeón Donostiarra que cerró una exitosa edición de la Quincena musical, que había comenzado un mes atrás con una puesta en escena de La creación de Haydn por La Fura dels Baus.
El director Saraste trabajó a conciencia, con claridad, con momentos de gran interioridad expresiva