Empresas más sólidas
Hace unas semanas, Guillem López Casasnovas alertaba sobre los inconvenientes de poner un impuesto en la banca, sosteniendo que la mejor medicina para este sector era forzar que aumentara su capital, que proveyera más recursos y que se olvidara de repartir dividendos mientras no estuviera debidamente saneado.
Otros sectores de la economía, la mayoría, ya han hecho sus deberes en esta línea, y me referiré específicamente al colectivo de pymes que presentan sus estados contables al Registro Mercantil y que recoge el último Anuario de la pyme publicado por PIMEC. Los datos medios de cerca de 75.000 pymes catalanas nos indican en el 2016 (último año disponible), la ratio Patrimonio Neto / Pasivo se cifró, de media, en el 51,7%. El hecho de que más de la mitad de la financiación de la actividad empresarial provenga de recursos propios tiene valor por sí mismo, pero lo tiene más en un contexto en el que endeudarse resulta más fácil que antes (la banca no sabe qué hacer con tanta liquidez).
El buen registro de autofinanciación de la pyme catalana no es flor de un día. Es un paso más en un proceso que se puso en marcha hace muchos años atrás. Para situarnos, a principios del milenio la ratio se situaba en torno al 37%; durante los años de crisis profunda (2008 a 2012) en torno al 40%; en el 2013 (cuando la economía empieza a levantar cabeza) en el 47%; y en el 2016 crece orientado hacia el 52% ya comentado. Hay que decir que el reforzamiento de los recursos propios de los últimos años se ha producido simultáneamente con algunos movimientos en la estructura del activo que también presentan tendencias inequívocas: aumento de peso del inmovilizado material, reducción de las existencias y reducción de deudores en el marco de las mejoras en los plazos de cobro.
El reforzamiento continuado de los recursos propios es un síntoma de gran valor, que no estoy seguro de que ponderamos en justa medida. Por dos motivos. El primero, y más obvio, es que el sistema empresarial catalán ha ganado en solidez, en salud financiera. La segunda es que, detrás de este registro hay decisiones empresariales que indican que los inversores se encuentran cada vez más implicados en sus negocios, asumen más riesgo de lo que asumirían descansando en más endeudamiento. Y eso no es bueno, es buenísimo por lo que transmite de confianza empresarial en un entorno de mercados cada vez más difícil, y de confianza en las capacidades propias para ser competitivos.
Quizás la banca y algunas grandes empresas tendrían que aprender unas cuantas cosas de todo esto.
Las pymes registran un aumento continuo de los recursos propios desde el 2000