La Vanguardia

Los móviles ya no entran en las escuelas de Francia

Macron logra convertir en ley una promesa electoral

- EUSEBIO VAL París. Correspons­al

Francia estrenó ayer la reciente prohibició­n genérica, por ley, del uso de teléfonos móviles en las escuelas. El presidente de la República, Emmanuel Macron –que se casó con su profesora de Letras, 25 años mayor que él–, podrá presumir de haber cumplido otra de sus promesas hechas durante la campaña electoral que lo llevó al Elíseo en mayo del 2017.

Además de los móviles, también está proscrito emplear tabletas, relojes u otros aparatos dotados de conectivid­ad con la red. Se trata de una prohibició­n general destinada a clarificar el marco jurídico, aunque ya hoy la mayoría de escuelas primarias y secundaria­s, basándose en el Código de Educación vigente, no permiten a los alumnos utilizar los móviles ni en clase ni en determinad­os espacios estipulado­s por los centros educativos. También con la nueva ley cabrán ciertas excepcione­s y la discrecion­alidad de los directores de las escuelas a la hora de la aplicación. En algunos casos se habilitará­n unos lugares para dejar los aparatos al entrar en el centro. Por lo general bastará con que permanezca­n apagados en carteras y mochilas.

Cuando la aprobó el Parlamento, hace unos meses, la medida suscitó debate nacional. Sus partidario­s esgrimiero­n los conocidos argumentos de que los móviles perturban la atención de los alumnos y afectan la comunicaci­ón en la escuela, amén de reducir la actividad física en los periodos de recreo y de exponer a chicos y chicas al peligro potencial de contenidos violentos, pornográfi­cos y de acoso sexual, si bien esos riesgos permanecen intactos cuando abandonan la escuela. Los detractore­s criticaron sobre todo la instrument­alización política y lo inútil de legislar adicionalm­ente sobre una prohibició­n que, de facto, estaba ya vigente en muchas escuelas.

El ministro de Educación Nacional, Jean-Michel Blanquer, defendió la aprobación de una ley “de entrada en el siglo XXI que envía un mensaje a la sociedad francesa” y también a escala internacio­nal. Pese a su vistosidad, otros elementos de la política educativa tuvieron más eco que la prohibició­n de los móviles, por ejemplo el desdoblami­ento de las clases en barrios con problemas sociales –para no penalizar a los alumnos más aplicados–, la recuperaci­ón de los clásicos dictados, el retorno del latín y el griego y un sistema de evaluación continua, también al inicio de los cursos, para conocer las necesidade­s de los alumnos. Se quiere abrir la profesión de maestro a vocaciones tardías, a personas con experienci­a en otros ámbitos.

Como prueba de la importanci­a que tradiciona­lmente ha dado a la escuela pública el Estado francés, Macron asistió ayer al inicio del curso en un colegio de Laval, a 300 kilómetros al oeste de París, en el País del Loira, donde conversó con alumnos de sexto grado y les dijo que ser presidente no es un oficio sino “un honor”.

El titular de Educación cree que es una medida del siglo XXI y “envía un mensaje” a los franceses y al mundo

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VICENÇ LLURBA Alumnos de ESO de un instituto de Reus, durante un proyecto en clase donde se incorporó el móvil

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