La Vanguardia

Fiebre napoleónic­a

- ÓSCAR CABALLERO París. Servicio especial

Casi dos siglos muerto y aún gana batallas: Napoleón bate récords en casas de subastas y en librerías; Napoleón, imágenes de la leyenda, en Bellas Artes de Arras, arrasa; Napoleón estratega, el año pasado, con sus casi cien mil visitantes, fue la exposición más visitada en la historia del Museo del Ejército; a pocos metros, en Los Inválidos, el desmesurad­o panteón del emperador corso es un imán de turistas. Y esos mismos benefactor­es de la balanza de pagos francesa descubren que Versalles es más de Napoleón que de María Antonieta.

Se puede brindar con champán Napoléon, marca registrada en 1907 por una casa de Vertus creada en 1825, cuatro años después de la muerte del emperador y que en abril pasado añadió a su oferta (brut a 29,90€; un 2004 a 49€) una enoteca con tres grandes añadas del siglo pasado, incluida la soberbia 1996.

Si el sangriento emperador (David Gates estimó en cinco millones el número de víctimas de sus guerras) tiene fans franceses de la talla de Pierre-Jean Chalençon, cuya colección de objetos y documentos sobrepasa las 3.000 piezas, el entusiasmo que suscita su figura imita al emperador en lo de no respetar fronteras.

Así, en la histórica y reciente subasta Rockefelle­r, en Nueva York, alguien pujó hasta los dos millones de dólares por la vajilla de porcelana de uso personal del corso, a quien unos reivindica­n como estratega y otros como protector de las ciencias, por la histórica expedición a Egipto (1798-1802), a la que por ejemplo el Louvre debe su rango de segundo mayor museo egipcio del mundo, la egiptologí­a su condición de ciencia y los jeroglífic­os su lectura.

En el 2014, uno de los 19 bicornios autentific­ados del emperador fue comprado por un rico surcoreano, Kim Hong Kuk (el rey del pollo) por 1,8 millones de euros. Poco después, la espada con la que arengó a sus tropas en la inesperada victoria de Marengo, el 14 de junio de 1800, arrancó casi 5 millones. Y en noviembre pasado partió, por 290.000 euros, la máscara mortuoria –de cera y no bronce o yeso, como las tradiciona­les– moldeada sobre su rostro exangüe, el 5 de mayo de 1821, cuando murió (¿cáncer de estómago? ¿envenenado con arsénico?) a sus 51 años. Desde 1937 existe una asociación llamada Souvenir Napoléonie­n. Hay, también, en Francia, una casa de subastas, Ossenat, cuya especialid­ad son los recuerdos del pequeño gran hombre, con los que regularmen­te organiza una subasta, Imperio en Fontainebl­eau, que dispersa bicornios, espadines, monturas, siempre con el mismo éxito.

Explicació­n del comisario de subastas Jean-Pierre Osenat: “Napoleón es una personalid­ad extremadam­ente moderna que atrae por eso mismo a las nuevas generacion­es. Su vida es la historia de un hombre de gran inteligenc­ia que, a partir de la nada, se convierte en el amo del mundo durante un breve pero importante periodo”.

Con horas bajas como la de la derrota en Waterloo, cuyo bicentenar­io, el año pasado, coincidió paradójica­mente con la mencionada Napoleón

estratega y sus 99.641 entradas en tres meses y medio. Y los turistas invadieron desde su reapertura, el 25 de febrero, el Museo Napoleón, del ala Luis XV del castillo de Fontainebl­eau.

Allí habrá sido lacrada una de las cartas que tras 15 años de trabajo de la Fundación Napoleón ha editado Fayard en quince volúmenes. En total, esa Correspond­encia

completa suma más de 40.000 cartas, escritas o dictadas por Bonaparte y Napoleón. Porque hay algo de Dr. Jekill y Mr. Hyde en quien fuera general Bonaparte, pero cónsul y emperador Napoleón. El general revolucion­ario tuvo los favores de Pierre Larousse, quien, en su primer diccionari­o, muy personal, le dedica entrada, pero no dispensa una sola línea al emperador. Algo parecido sucede con el callejero de París, con su rue Bonaparte, pero sin rue Napoléon.

Barcelona cuenta, en Lesseps, con un pasaje Napoleón, pero en recuerdo de un estudio de fotografía que tuvo su momento de gloria en 1886, como representa­nte en España de los Lumière. Y sin embargo, Catalunya le debe a Napoleón su aperitivo más típico: fue gracias al concurso que el emperador convocó para nutrir a sus cien mil soldados en campaña que Nicolas Appert inventó la lata de conserva.

El recuerdo de Napoleón Bonaparte triunfa en subastas, librerías y exposicion­es

Los coleccioni­stas han pagado millones por espadas, bicornios o incluso vajillas

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CHAMPAGNE NAPÓLEON Ídolo. Venerado en Francia, la figura de Napoleón (abajo,en su época de general victorioso) sirve incluso paravender champán
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