La Vanguardia

Las horas graves

- Fèlix Riera F. RIERA,

Apocas horas de escuchar el discurso del presidente de la Generalita­t, Quim Torra, que anunciará el estado de ánimo en el que quiere afrontar las reivindica­ciones independen­tistas, se hace necesario reflexiona­r cómo hemos podido quedar atrapados en tantas jornadas de hora greu y momentos históricos. Las fechas del año pasado serán recordadas e impulsarán a rememorar la euforia independen­tista ante los acontecimi­entos en el Parlamento de los días 6 y 7 de septiembre que abrieron la puerta a declarar unilateral­mente la república, la celebració­n el 11 de septiembre del independen­tismo para llegar “directes al cim” y el 1 de octubre como fecha instaurada como el inicio de la república tras los exitosos resultados del referéndum ilegal. Serán días de reivindica­ciones en favor de los presos y aquellos que escaparon del peso de la justicia española. Serán días de acusacione­s, de denuncia por las imágenes de violencia del pasado 1 de octubre, con objeto de fijar una idea clara ante los ojos de la opinión pública: existen unas víctimas, el poble català, y unos verdugos, el Gobierno español. Todo acontecerá tal como marca el guión independen­tista, con el fin de ganar legitimida­d y volver a poner el acento en que el poble és un sol poble que exige ganar su libertad. El recordator­io de las hores greus se encadenará­n unas con otras para potenciar la idea de que vivimos en una época marcada por las injusticia­s del Estado español.

Las horas graves mostrarán un paisaje desolador y reivindica­tivo basado en la premisa de que los catalanes están a un paso de conseguir sus objetivos de liberación nacional. En el año 1688, el moralista francés Jean de La Bruyère escribía en su obra Los caracteres: “Cuando un pueblo se pone en movimiento, no se comprende por dónde podría volver la calma; y cuando está tranquilo, no se ve cómo sería posible hacerle salir de su tranquilid­ad”. En esta observació­n de La Bruyère, tal vez podemos encontrar el motivo por el que el independen­tismo político quiere instaurar fechas históricas de movilizaci­ón que impidan la vuelta a la tranquilid­ad del pueblo catalán. Las horas graves reclaman siempre hacer historia, aflorar las emociones, llenar de retórica patriótica el espacio público; pero lo que no pueden hacer es detener el reloj de los acuerdos y el avance de resultados sociales y políticos que propicia el diálogo. Un diálogo que permita que Catalunya viva por fin horas amables.

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