La Vanguardia

Concordia por ley

- Fernando Ónega

Si Pablo Casado quería un titular, ciertament­e lo ganó. Y lo ganó con juvenil osadía al anunciar una ley de Concordia que el Partido Popular promoverá, aunque ignoro si desde la oposición o cuando recupere el poder. Al señor Casado le gusta la palabra concordia , lo cual no es mal gusto estando como está este país. Le agrada casi tanto como la palabra república al señor Torra; casi tanto como la palabra diálogo al señor Sánchez; casi tanto como el concepto conflicto social al señor Rivera. Le gusta tanto, que la incorporó a sus discursos, bautiza con ella a la Fundación del PP, la hace el centro de su oferta política, la asume como la herencia de Suárez y, cómo no, pretende darle categoría de norma jurídica. Casualment­e, al mismo tiempo que declara la guerra a todo lo que no es Partido Popular: el populismo, el nacionalis­mo y la izquierda. La concordia del señor Casado es, por tanto, una filosofía política para y sobre el pasado, igual que la memoria histórica, porque para el presente y el futuro inmediato anuncia una gran hostilidad.

La intención de la iniciativa sería buena, si no fuese porque cae en el mismo pecado que el presidente del PP trata de combatir: la obsesión de los políticos actuales por revisar la historia, en unos casos para denostar el espíritu conciliado­r de la transición, y en otros para volverlo a santificar. Y cae también en un error habitual de casi todos los dirigentes: creer que los grandes problemas nacionales se resuelven con leyes, como si las leyes tuviesen un efecto taumatúrgi­co sobre el presente y lo más llamativo: también sobre la interpreta­ción de la historia. A partir de este momento, al tenso debate político, a la inquietant­e división sobre Catalunya o a la confrontac­ión que veremos por una política económica pactada con Podemos, se añade la contienda por la bandera de la concordia y la doliente memoria, con Franco y el Valle de los Caídos como fondo.

Espero, a todo esto, que el nuevo e impetuoso Partido Popular no pretenda ordenar y regular la concordia por ley. Si la concordia se pudiera decretar, estaríamos a punto de inaugurar el mundo feliz. Y el señor Casado sería su imaginativ­o constructo­r.

Newspapers in Spanish

Newspapers from Spain