Violencia en las aulas
La violencia, deseemos o no verlo, es real y está presente en las escuelas. El informe de Unicef de esta semana ha revelado que más de la mitad de los adolescentes ha sufrido acoso escolar o se ha visto involucrado en una pelea. En su campaña #Stopviolenciainfantil describe cómo este ambiente se convierte en hostil y en poco adecuado para educar hacia construir sociedades pacíficas.
La mitad de los niños de 13 y 14 años del mundo han sentido su lugar de aprendizaje como un sitio hostil para ellos. En algunas escuelas se consienten todavía los castigos físicos. Por suerte en España no, pero quizás no tomemos las medidas necesarias para evitar que la violencia altere el entorno de los jóvenes, su ritmo de aprendizaje y su carácter. España se encuentra el tercero en la lista, empezando por abajo, en menor índice de violencia en las aulas de los 37 países. Pero si ponemos atención en el profesorado, los números no son tan positivos. Según un reciente estudio del sindicato CSIF, el 90% de los profesores de la pública afirman que deben convivir con situaciones de violencia en las aulas. El 75% dice sentirse con muy
Debemos poner el foco en favorecer un entorno escolar de creatividad y diversidad y no de miedo o agresión
poca autoridad frente a los alumnos o incluso situaciones de acoso de las familias. La ampliación de horario escolar y la reducción de plantilla han aumentado la situación en muchos centros, que tienen dificultades para, según el sindicato, frenar los picos de violencia entre alumnos, alumnos y familiares contra profesores y docentes contra alumnos. Se insiste en la necesidad de ofrecer nuevas medidas y reforzar el apoyo al profesor ante situaciones injustas, lo mismo que al adolescente que sufre de acoso. ¿Dónde está la solución? Informes de la Unesco sobre hacia dónde dirigir el sistema educativo apuntan siempre a un esquema holístico, integral, orientado a la educación basada en los derechos humanos para incentivar una cultura de paz que rechaza y denuncia la violencia.
Hay muchos tipos de castración mental y del desarrollo de la creatividad, y la violencia con todas sus vertientes como el acoso, los castigos físicos, las agresiones verbales o físicas, la discriminación o las burlas nos lleva a minar la fe de nuestros adolescentes en un mundo mejor basado en el diálogo y la no confrontación.
Si los estados o las propias familias son permeables a la violencia y reaccionan tarde ante ella porque supone un esfuerzo colectivo, las aulas seguirán siendo algo más parecido a un campo de minas que un lugar donde se enseña que la mente no tiene límites y valores que, en un futuro, engrandecerán nuestra colectividad.
Tanto profesores como alumnos deben ser protegidos y escuchados porque de ellos dependen los cambios. Tanto docentes como alumnos deben sentirse cómodos, en un ambiente sano donde se les respete en sus diferencias y se les valore por eso mismo. La educación y su sistema deben estar en permanente revisión porque es algo tan vivo como nuestro pensar. Todo se mueve y debemos poner el foco en utilizar todas las herramientas y la tecnología necesarias para favorecer en las aulas un entorno de creatividad y diversidad y no de miedo o agresión. Como dijo el pedagogo Paulo Freire, “la educación no cambia el mundo, pero cambia a las personas que van a cambiar el mundo”. Por el momento, seguimos suspendiendo.