La ONU alerta contra el EI
El secretario general de la ONU, António Guterres, ha alertado a la comunidad internacional del potencial destructivo que mantiene el Estado Islámico (EI). Consciente de la amenaza que representa el movimiento fanático liderado por Al Bagdadí, Guterres ha presentado al Consejo de Seguridad el séptimo informe sobre yihadismo, paz y seguridad global, circunstancia que aprovechó para solicitar a las agencias antiterroristas de todo el mundo una colaboración más leal que sirva para atajar el desafío yihadista.
Con este informe la ONU se ha alejado ligeramente del discurso que presenta al EI como una organización en vías de ser derrotada y ha confirmado la mala salud de hierro del colectivo yihadista. Guterres, aún así, no abandona del todo el relato convencional –siempre tranquilizador– que obvia acentuar que detrás del EI hay una potentísima ideología fanática de carácter universal, en la que una, y sólo una, de sus características es el terrorismo. Un terrorismo que el EI utiliza como un arma más de su guerra global, en el bien entendido de que los ideólogos de ese yihadismo consideran que las calles de Occidente son otra trinchera de su guerra y que sus militantes son heroicos soldados del califato.
Es habitual que en las descripciones formales del EI se prescinda del elemento esencial que justifica su razón de ser: su particular ideología yihadista que se mantiene en las redes sin desfallecer, conservando intacto lo que el filosofo francés, Philippe-Joseph Salazar, describe como “un pensamiento tan primorosamente elaborado que perdurará mientras exista la red de redes” ya que presenta una idea “poderosa, atractiva, bella y estética, con la particularidad de producir una retórica que convierte en armas las palabras y las palabras en armas”.
El informe de Naciones Unidas sostiene que el EI está experimentado una transformación que le conduce a convertirse en una red clandestina (en Occidente) y subraya que la trama yihadista se va reforzando con aportaciones de los “más de 20.000 miembros del EI que permanecen en Siria e Irak”. Estas afirmaciones de Guterres sugieren al menos dos consideraciones. Una, que la cifra de combatientes que reconoce, pese a ser un tanto vaga, aleja cualquier idea de una inminente derrota definitiva del yihadismo en aquel territorio. Y, otra; que la clandestinidad y el refuerzo con combatientes del exterior de la red de células existente en Europa y América no es una novedad. De hecho, el yihadismo del EI siempre ha considerado como su ejército invisible en territorio infiel a las células autónomas que forman el entramado terrorista horizontal y clandestino que campa por Occidente.
Por otra parte, es destacable que en este análisis de la cuestión, Guterres, aludiese a las carencias y mezquindades que experimenta la lucha contra el fanatismo yihadista y que también comentase las finanzas del Estado Islámico. “Pese a los continuos esfuerzos de los países que realizan, las medidas encaminadas a luchar contra el terrorismo y prevenir el extremismo violento que desemboca en el terrorismo, muchos problemas siguen sin resolverse”, señaló el secretario general de la ONU para, a continuación, requerir a todos los servicios de inteligencia y antiterroristas del mundo que sumen de una vez esfuerzos para derrotar al EI.
En cuanto a las reservas económicas del EI, éstas no son lo que fueron en su momento de mayor expansión territorial en Siria e Irak pero siguen siendo saludables. A este respecto, el secretario general apuntó que el EI ha recuperado varios yacimientos de petróleo en el oeste de Siria de lo que resulta que el crudo, refinado por métodos un tanto primitivos, sigue siendo una fuente de ingresos. Otras son la extorsión en zonas comerciales controladas por los extremistas, el secuestro y los beneficios que les reportan inversiones realizadas en algunas empresas ubicadas en las regiones que aún dominan o dominaron. Sin embargo, no se comenta que las
Guterres constata la mala salud de hierro del Estado Islámico y pide más ayuda internacional
fluctuaciones financieras no son todavía un elemento determinante para el desarrollo de la actividad terrorista del EI. Una particularidad excepcional que se debe al desarrollo de un modelo de terrorismo autofinanciable, low cost ,a base de cuchillos, atropellos con vehículos de alquiler o bombas caseras y, también, a la extraordinaria abundancia de armas baratas o regaladas procedentes de arsenales fuera de control –como los libios– o de conflictos interminables de Asia y África.