La Vanguardia

“Sólo una gran idea, como mi hotel, gana a otra como Airbnb”

- CHAD BATKA LLUÍS AMIGUET

Tengo 72 años y no paro ni dejo parar, pero priorizo lo importante sobre lo urgente. Nací en el Bronx y crecí en Brooklyn. Tengo un hijo de 7 años y dos hijas veinteañer­as. ¿Religión? ¿Política? Muy respetable­s, pero yo obtengo la fuerza de mi interior. Pasado mañana inauguro mi Edition Hotel Barcelona

Va a cobrar mil euros noche en Barcelona como aquí? Claro que no. Los precios oscilan y los adaptamos a cada ciudad y a su ciclo. ¿No pide protección legal contra Airbnb, como otros hoteleros?

Es que no creo en ella. Confío en las buenas ideas. Sólo una buena idea como son las de mis hoteles puede con otra como Airbnb.

Por lo que cobra usted por una noche aquí alquilo un bonito ático en la red.

Pero estaría usted solo. Y la gente quiere comunidad. Quiere sentirse parte de una historia. Y codearse con otros huéspedes que sienten lo mismo y viven lo mismo y por eso están en mi hotel. ¿Ha ido usted a algún café estos días aquí en el Village?

He vuelto a casa: viví en NYU dos años.

Pues verá que la biblioteca hoy está donde esté tu ordenador. Todo el mundo trabaja en los cafés. La gente quiere compartir su espacio y su momento. Eso no lo encuentra en un piso alquilado por noches donde nadie le conoce ni quiere conocerle.

¿Por qué invierte ahora en Barcelona?

Porque tiene una energía ordenada que me gusta. Es sexy, pero también elegante.

¿No teme cambios de ciclo o la política?

Si llegan, nos adaptaremo­s. Yo no creo en los algoritmos para decidir cómo invertir.

¿En qué cree usted?

En mi nariz. En ser elemental. Para acertar con una empresa no hay que complicars­e la vida, sino hacérsela fácil a los demás.

¿Cómo lo consigue?

Studio 54, por ejemplo, lo creé para facilitar la vida a mis amigos. Los veía hacer colas en sitios infectos para bailar. Los maltrataba­n los de seguridad, los camareros, los dj... Todo el mundo. Y ellos seguían haciendo cola. Tenía que ayudarles.

¿Cómo atrajo a su club a Warhol, Jagger, Sinatra (a quien dejó fuera una vez)?

Simplement­e monté el club que a mí me gustaba. Igual que montó los hoteles que a mí me gustan y el que me gustaría encontrar en Barcelona. ¿Para qué hay botones, por ejemplo, si la gente quiere llevar su maleta con ruedecitas y no separarse de ella?

Pero usted creó una institució­n, Studio 54, y luego otra, el Palladium.

Porque a mí gustaba que una discoteca fuera una ópera, el espectácul­o total, una ópera, además, de la que yo formara parte y bailar y ver amigos y hacer nuevos. Con una puerta exigente, pero no excluyente. Éramos la generación del baby boom que empezaba a estirar sus músculos y a medir sus fuerzas.

Y ganó millones hasta que una pena por evasión fiscal en 1980 le llevó a la cárcel.

No es algo de lo que esté orgulloso, pero sí lo estoy de haberlo superado y de la ayuda de todos y la confianza que volvieron a depositar en mí al salir.

Hasta que Obama, en sus últimos días de mandato, le concedió el perdón.

Mi padre me repetía que jamás debía avergonzar­me de caer, sino de no intentar levantarme. Y creo que estoy en pie. ¿Sabe lo que me preocupa de los más jóvenes?

¿Que temen al fracaso?

Me preocupa que hay demasiadas regulacion­es y que eso les frena en su creativida­d. ¿Cómo ser innovador si el trabajo de algunos es conseguir que todo siga igual?

Supongo que siempre habrá valientes.

Y oportunida­des. Manhattan está demasiado caro y la noche se anima en Brooklyn. Pues a Brooklyn. Y allí está la fiesta ahora.

Habrá que coger el metro.

Hay chavales que están aprovechan­do las dificultad­es para convertirl­as en oportunida­des. Dejémosles equivocars­e y volver a intentarlo hasta que logren algo grande.

¿Cómo aprendió a emprender?

Mi padre era un fabricante textil de Brooklyn que daba grandes fiestas. Le encantaba invitar a sus amigos con generosida­d a la

party a la que a él le hubiera gustado ser invitado. Creaba un ambiente abierto y cordial en el que todos hablaban con todos, aunque no se conocieran. Yo aprendí así a ser anfitrión. Y convertí mi vocación en empresa: soy un emprendedo­r de la hospitalid­ad.

¿Las redes sociales sustituirá­n a las discotecas y el ligue de siempre?

También se decía que sustituirí­an a The New York Times y aún sólo encuentro en él la informació­n en profundida­d que necesito. Las máquinas van cambiando; nosotros, no. Es una estupidez decir que todo está inventado en hoteles, discos o lo que sea.

¿Por qué?

Porque por cada 100 vagos que sólo inventan excusas para no hacer nada hay un emprendedo­r que innova. En realidad, todo está por hacer, por Dios, y lo estará siempre. En literatura, en música, en hoteles, en locales sociales... Siempre habrá alguien con una idea mejor que la última.

¿Y si no es usted?

Lo contrataré, como contraté a Philippe Starck o Julian Schnabel o en Barcelona o Lázaro Rosa-Violán o Herzog & de Meuron en el Village. Y trabajarem­os juntos.

¿Cómo inventó el hotel boutique?

Dicen que para montar discos en los lobbies, pero sólo era lo que yo quiero: máxima animación en la planta baja y máximo relax en la habitación.

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VÍCTOR-M. AMELA IMA SANCHÍS LLUÍS AMIGUET

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