La Vanguardia

Un gran Messi señala el camino al Barça en la Champions (4-0)

El argentino descorcha la Champions con un triplete decisivo y maravillos­o

- JUAN BAUTISTA MARTÍNEZ Barcelona

Cansado de verse en la cuneta en la Champions, Messi dijo claramente en la presentaci­ón del equipo que quería “la Copa más linda”. El argentino ya se ha puesto manos a la obra, como se demostró anoche en el Camp Nou. Poco le importó al delantero que el partido arrancara a las 18.55, hora inhabitual en Europa, ni que el PSV presentara bastante resistenci­a en tres cuartas partes del partido. Porque el crack decidió el encuentro con un triplete para todos los gustos. Marcó uno de falta, precioso, por encima de la barrera. Metió el segundo de su cuenta con un chut de primeras desde el interior del área con la izquierda. Y se llevó la pelota del duelo al cerrar el partido con un remate certero con la derecha. Pero sería injusto no destacar también el golazo de Dembélé desde la frontal que puso tierra de por medio y supuso la tranquilid­ad para un Barcelona que tuvo que trabajar mucho más que lo que indica el marcador. El equipo mejoró y sobre todo recurrió a un Messi para el que siempre es buena hora para brillar.

Por el aspecto que presentaba la gradería al inicio podía tratarse de un compromiso de la primera eliminator­ia de la Copa… antes de que se inventara la jornada benéfica del socio. Y por el once de Valverde el encuentro podía responder a una jornada de Liga ante el Huesca, aunque en este caso porque el técnico determinó que debían jugar los mismos hombres, el equipo de gala, que goleó al modesto equipo aragonés. Pero pese a todo era el arranque de la Champions en el Camp Nou, que se fue animando (73.462 espectador­es, cifra oficial), como el partido y como su equipo.

Porque al comienzo, una vez más, fue mejor el rival que el Barcelona. El PSV se desplegó con atrevimien­to y, sobre todo, con las ideas claras. Van Bommel anunció que no cambiaría su estilo y así fue, ya que salió con cuatro jugadores ofensivos que generaron problemas a los barcelonis­tas. En este contexto Gaston Pereiro remató arriba y el velocista Bergwijn dibujó un chut magnífico que se marchó rozando el poste.

El Barça, sin adquirir un control absoluto, fue poniéndose en situación. Especialme­nte porque se benefició de la conexión entre Messi y un Coutinho que se estrenaba en Europa de azulgrana. El brasileño se empleó con ganas, con sentido de la profundida­d y con acciones que aceleraban la jugada, lo que era ideal para buscar las fisuras del conjunto holandés. Solo le faltó el gol. Alba, rapidísimo y atento, buscaba abrir el campo por su costado y Sergi Roberto se fue entonando por el otro, atreviéndo­se incluso con el chut. Porque si bien es cierto que el Barça no practica un juego redondo está probando el tiro lejano con mayor frecuencia.

Desde fuera del área llegó precisamen­te el gol que abrió el marcador. Un gol que generó la imagen del partido. Tras un slalom Dembélé fue derribado. La correspond­iente falta, a una distancia ideal para Messi, terminó en las mallas. Pero antes de que Leo chutara Lozano se arrodilló detrás de la barrera para impedir que el argentino buscara la portería por abajo. El colegiado no daba crédito y le dijo al mexicano que se levantara. Al final el Chucky acabó agachado pero a Messi no le importó lo más mínimo, ya que sorteó la barrera por arriba y superó al guardameta de forma maravillos­a.

Un señor gol para abrir la cuenta en esta Champions. Pero mientras el Barça no sentenciar­a iba a tener que exprimirse. Tras el descanso el equipo azulgrana intensific­ó su presión pero también se descubrió un poco más. El encuentro, vistoso, se volvió un va y viene en el que

GOLEADA TRABAJADA

El Barça tuvo que sudar para someter al PSV pero contó con Leo y con un Dembélé que marcó un golazo

Coutinho gozó de dos oportunida­des. Primero remató mal, con todo a favor, y después se topó con una excelente intervenci­ón de Zoet. Pero también Ter Stegen tenía que aparecer con los puños o atrapando un chut durísimo de Angeliño.

Los holandeses amenazaban y el Barcelona no terminaba de someter al rival, pese al esfuerzo generoso de Suárez, que delineó un tiro precioso que se estrelló en el larguero. Quedaba tela que cortar pero el Barça la cortó de corrido cuando aquello tenía pinta de desenlace angustioso. Lo impidió Dembélé con un tanto de fábula. Repleto de habilidad, el francés dejó sentados con un giro a Lozano y Hendrix y sin entrar en el área se sacó de la chistera un derechazo imparable.

Una jugada eléctrica que vino combinada con otra en la que Rakitic le dio un balón de oro a Messi. Como si fuese fácil el argentino puso el pie de primeras para lograr el tercero. Aún se regalaría otro para completar el triplete y firmar el cuarto barcelonis­ta. Una goleada que quince minutos antes nadie habría intuido. El Barça solo tuvo que lamentar la expulsión de Umtiti, justa. En Wembley tendrá que salir Lenglet. Una buena prueba para ver si los fichajes también funcionan.

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Messi dedica uno de sus goles a la afición del Camp Nou en un partido que cambió de ritmo cuando el argentino tomó el mando
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MANU FERNÁNDEZ / AP

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