La Vanguardia

Aislacioni­smo aduanero

Washington castigará casi el 50% de sus importacio­nes chinas desde el lunes

- BEATRIZ NAVARRO Washington. Correspons­al

La guerra comercial entre Estados Unidos y China entra en una nueva fase con la imposición mutua de un nuevo castigo arancelari­o que afectará a casi la mitad del comercio bilateral entre las dos potencias.

Ojo por ojo, diente por diente. La ley del Talión llevó ayer la guerra comercial entre Estados Unidos y China a una nueva fase con la imposición mutua de otra tanda de aranceles que entrará en vigor el lunes y que afectará ya a casi la mitad de su comercio bilateral.

Enfrentado al anuncio de Washington de que el lunes empezará a aplicar nuevos aranceles del 10% contra productos chinos por un valor de 200.000 millones de dólares, a Pekín no le tembló el pulso y declaró la imposición desde ese mismo día de nuevos gravámenes a importacio­nes estadounid­enses equivalent­es a 60.000 millones.

Es la tercera ronda de subida de aranceles y puede no ser la última: el presidente Donald Trump ha advertido que está dispuesto a llegar a la guerra total y decretar aranceles contra otros 267.000 millones de dólares en importacio­nes chinas. Sumado a las medidas ya en vigor, las importacio­nes afectadas superarían la cifra total del año pasado, 505.000 millones. “¡Habrá grandes y rápidas represalia­s contra China si ataca a nuestros agricultor­es, ganaderos y trabajador­es industrial­es!”, advirtió ayer desde su cuenta de Twitter poco antes de que Pekín anunciara su reacción.

Las tensiones van para largo. Trump y su consejero comercial, Peter Navarro, están convencido­s de que Estados Unidos tienen las de ganar. Su cálculo es que Pekín cada vez tiene menos margen de maniobra, porque les compra menos productos y se le acaban los bienes que puede gravar con nuevos aranceles (130.000 millones de dólares en el 2017). Su economía, en ralentizac­ión, no está en el mejor momento para afrontar el golpe, así que más pronto que tarde cederá, aducen.

Hay en efecto señales de que Pekín teme la prolongaci­ón de las tensiones, como que el rango de los nuevos aranceles sea de entre el 5% y el 10%, varios puntos por debajo de lo esperado. Pero luego entran en juego factores puramente políticos. El presidente chino, Xi Jinping, se ha labrado una reputación de líder duro que no se deja intimidar fácilmente. Sus representa­ntes se han revelado fieros negociador­es en Washington, y todos los intentos de resolver el conflicto han fallado hasta la fecha. China acusa a Estados Unidos de actuar de mala fe y no ser honesto sobre sus intencione­s de llegar a un acuerdo ahora, por lo que se plantean esperar a que pasen las elecciones noviembre.

También Washington acusa a China de electorali­smo. La elección de productos afectados por los aranceles –productos agrícolas, maquinaria y químicos– no es inocente, denunció Trump. China está “activament­e” intentando influir en el resultado electoral de noviembre “al atacar a nuestros agricultor­es, ganaderos y trabajador­es industrial­es por su lealtad a mí”.

El Departamen­to de Comercio está convencido de que la economía estadounid­ense encajará sin problemas el coste de los nuevos aranceles porque están distribuid­os en gran cantidad de productos y “al final nadie los notará”. A petición de Apple, ha retirado los relojes inteligent­es de la lista de productos afectados, pero esta incluye numerosos artículos tecnológic­os, maquinaria y bienes de uso corriente como neveras o maletas. Samsonite ya ha anunciado a los mayoristas una subida de precio del 10%.

Pekín duda si esperar a que pasen las elecciones de noviembre para buscar un acuerdo con Trump

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STEPHEN B. MORTON / AP Contenedor­es con mercancías chinas en el puerto de Savannah, en el estado de Georgia

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