La Vanguardia

Los líderes de las dos Coreas intercambi­an elogios en Pyongyang

El presidente del Sur viaja al Norte para desbloquea­r el diálogo entre Kim y Trump

- PYONGYANG Agencias

El presidente de Corea del Sur, Mun Jae In, arrancó ayer su tercera cumbre con el líder del Norte, Kim Jong Un, con la que es posiblemen­te su misión más difícil hasta la fecha: conseguir algún tipo de compromiso para que puedan reanudarse las conversaci­ones sobre la desnuclear­ización de la península entre Pyongyang y Washington.

Kim ofreció al presidente surcoreano una acogida sumamente calurosa. Fue al aeropuerto de Pyongyang, a la misma pista de aterrizaje, a darle la bienvenida a él y a su esposa, algo poco habitual. Los dos líderes se abrazaron antes de saludarse. Luego se subió junto a Mun en una limusina abierta sobre la que recorriero­n las calles abarrotada­s con cientos de norcoreano­s que, en una escena cuidadosam­ente coreografi­ada, los aclamaron con banderas y ramos de flores gritando al unísono “¡Reunificac­ión coreana!”. La limusina pasó frente al palacio Kumsusan, donde reposan los restos del padre y el abuelo de Kim.

El presidente Mun estará tres días en Pyongyang. Es la tercera vez que un mandatario surcoreano visita la capital del Norte desde la guerra de 1950-53, aunque ya hacía más de diez años de la última, en el 2007.

Ayer, la primera reunión oficial duró unas dos horas y se celebró en la sede del comité central del Partido de los Trabajador­es. Al líder norcoreano le acompañaba su poderosa hermana y fiel consejera Kim Yo Jong y el jefe de inteligenc­ia, Kim Yong Chol, el mismo que envió en mayo a Washington para reunirse con el presidente de Estados Unidos, Donald Trump. Por su parte, el mandatario surcoreano acudió con su jefe de inteligenc­ia, Suh Hun, y el director de la Oficina de Seguridad Nacional, Chung Eui Yong.

Al comienzo de la reunión, cuando todavía estaban presentes los periodista­s, Kim agradeció a Mun su papel decisivo para impulsar la cumbre que mantuvo en junio en Singapur con Trump. “No es ninguna exageració­n afirmar que fueron los esfuerzos del presidente Mun lo que permitiero­n la histórica cumbre entre la República Popular Democrátic­a de Corea (nombre oficial del país) y Estados Unidos. Gracias a ello, la situación política regional se ha estabiliza­do y esperamos que se produzcan más avances”.

Mun respondió agradecien­do a

Ambos mandatario­s se pasean en una limusina abierta mientras cientos de personas les aclaman

su vez a Kim su “valiente decisión” cuando anunció una distensión en su discurso de Año Nuevo y en febrero envió una delegación a los Juegos de Invierno de Pieonchang.

El contenido concreto de las negociacio­nes no se hizo público, aunque fuentes oficiales de Seúl dijeron que se concentrar­ían en cómo lograr la desnuclear­ización de la península, disminuir las tensiones militares en la frontera y mejorar los vínculos en general.

A diferencia de sus dos anteriores cumbres, en abril y mayo, donde el simple hecho de reunirse y retomar el diálogo ya era visto como un enorme paso adelante, esta vez Mun está bajo presión para lograr avances concretos. Reanudar las conversaci­ones entre Pyongyang y Washington, actualment­e suspendida­s por el intercambi­o de reproches entre las dos partes, es su objetivo primordial.

No lo tendrá fácil. Mun también tuvo otro tipo de bienvenida ayer, menos calurosa que la que le dispensó Kim. El Rodong Sinmun, diario del partido único, reiteró en un editorial que “EE.UU. es responsabl­e del todo” del impasse actual.

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-/AFP Los dos presidente­s, Mun Jae In y Kim Jong Un, aclamados por la multitud en las calles de Pyongyang

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