La Vanguardia

El teatro barcelonés perdió seis millones de euros debido a la inestabili­dad del 1-O

La recaudació­n de la temporada pasada cayó un 9,5%, y los espectador­es, un 7,3%

- JUSTO BARRANCO Barcelona

La inestabili­dad política causada por el referéndum del 1-O ha tenido una derivada inesperada en el sector teatral barcelonés. El pasado mes de octubre la ocupación de las salas barcelones­as cayó en 11 puntos, del 61,9 al 50,9%, y en 45.000 espectador­es, pasando de 249.111 a 203.788. Parte del público estaba más pendiente de las manifestac­iones, las huelgas y los momentos históricos televisado­s que de acudir a los teatros. Además, la tendencia a la baja en la asistencia continuó hasta abril, con la excepción de las fechas navideñas. Y el resultado final ha sido una fuerte caída en la recaudarad­iografía ción anual de los teatros barcelones­es: su taquilla ha descendido en la temporada 2017-18 en seis millones de euros –un 9,5% menos, quedándose en 57,1–y se han perdido 187.211 espectador­es, el 7,3% del total, quedándose en 2,3 millones.

Y todo eso ha sucedido en una temporada en la que los programado­res habían puesto muchas esperanzas de acabar de recuperar el terreno perdido hace siete años en plena crisis. Entonces, en un sólo año, se pasó de 68,1 millones de recaudació­n a 51,2. Una brutal caída del 25% que año a año se había ido enjugando poco a poco. De hecho la temporada pasada se lograron 63,1 millones de recaudació­n, muy cerca del mundo antes de la crisis. Sin embargo ahora los datos de recaudació­n por entradas están más cerca el peor momento de la crisis que de la recuperaci­ón total. Y los de público están igual que en el momento del batacazo de la temporada 2012-13.

“No son buenos datos”, subrayó ayer Bet Orfila, presidenta de Adetca, la Associació d’Empreses de Teatre de Catalunya. Reconoció que al inicio de la temporada eran optimistas porque tenían buenos espectácul­os, pero “no contamos con que pudiera haber situacione­s de intranquil­idad e inestabili­dad”. Y subrayó que durante el primer trimestre de la pasada temporada la caída llegó al 15%, y que durante el año se había moderado, hasta acabar con ese 9,5% menos de recaudació­n y 7,3% menos de público. “Nos hemos recuperado un poco, pero no lo suficiente”, advirtió Orfila. “De cara a la temporada que comienza somos realistas y optimistas, porque sabemos que se pueden alterar nuestras previsione­s de nuevo, y optimistas porque tenemos una temporada potente y porque el teatro sabrá responder a esta realidad cambiante que tenemos”, subrayó. “El teatro es tozudament­e optimista y estamos convencido­s de que podremos recuperar el público”, enfatizó, sin olvidar pedir a las administra­ciones que apuesten por la cultura.

Como siempre, las estadístic­as que presentó ayer Adetca son una muy precisa y repleta de datos de la temporada anterior. Uno curioso es que los espectador­es de teatro en catalán cayeron en 326.569 espectador­es, quedándose en 1.053.539 mientras que los de teatro en castellano aumentaban en 73.491, pasando a 828.758. También aumentaron los espectador­es en montajes bilingües, en otras lenguas y sin texto.

Otro dato relevante es que mientras los espectador­es de danza aumentaban un 34%, pasando de 86.747 a 115.885 y los de teatro de texto, el de toda la vida, lograban ganar 21.556 entradas, hasta llegar a 1.218.636, la caída morrocotud­a que explica el descenso del año se producía en el teatro musical, que perdía 239.262 espectador­es, un 36%, quedándose en 423.535. A la lírica tampoco le fue bien y perdió 13.951 espectador­es, un 7%.

Aún así, entre los 1.079 espectácul­os que se vieron en Barcelona el curso pasado los dos ganadores fueron musicales: Cabaret, con 85.280 espectador­es en el Victòria, y Dirty Dancing, con 65.329 en el Tívoli. Les siguieron las variedades de The hole, con 61.946. La primera obra de teatro convencion­al en la lista de más vistos es la adaptación de Diez negritos en el Apolo, que logró 41.757 espectador­es y quedó en quinta posición. Tras ella el Mag Lari, con 39.077 y el montaje dirigido por Àngel Llàcer en el Poliorama, Un cop l’any, con 37.663.

Por salas, la más concurrida fue el Gran Teatre del Liceu, con 240.223 espectador­es, seguida por el Tívoli con 172.129, el Victòria con 145.529 y el Poliorama con 143.071. Entre las salas pequeñas de Barcelona, la más visitada fue la Beckett, con 26.960 espectador­es, seguida del Tantaranta­na, el Teatre Gaudí y la Muntaner, un teatro cuya continuida­d está en estos momentos en entredicho. La obra más vista en las salas de menos de 200 localidade­s fue, curiosamen­te, otra Agatha Christie, La visita inesperada, en el teatro del Raval, que consiguió 14.161 espectador­es, como si se tratara de un montaje de cualquier gran teatro.

El precio medio de las entradas en las salas grandes aumentó muy levemente, en 0,11 euros, hasta los 20,06, mientras que en las pequeñas descendió 0,34 euros hasta los 11,70.

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