El gran desconocido
El Oráculo de Delfos dice: “Conócete a ti mismo”. Un consejo escrito en el siglo VIII a.C. y urgente de recordar cada día. Parece que todos llevamos con nosotros a un gran desconocido; Sigmund Freud lo denominó el inconsciente y es tan importante que probablemente nos empuja a decir y hacer lo que decimos y hacemos mucho más de lo que querríamos aceptar. Es un gran desconocido para cada cual y parece que irse conociendo pasaría por hacer más consciente lo que hacemos y el porqué lo hacemos. Y si ya es difícil y laborioso hacerlo con uno mismo, ya ni digo la enorme tarea de hacerlo –si fuera posible– con los demás. En la medida que he ido incorporando años, me he dado cuenta de que las reacciones y hechos de personas, incluso próximas, en gran medida parecen empujados por ese desconocido, con su carga enigmática. La descripción freudiana del inconsciente era la de un iceberg, del que la conciencia sólo es la punta visible, y el resto enorme estaba sumergido; por tanto, las idas y venidas de los embates de la corriente sumergida seguramente configuran el carácter de cada persona.
Todos queremos vivir en paz y tranquilidad y trabajamos desde la conciencia por eso, pero quizá a veces la paz y tranquilidad no son compatibles con los embates del inconsciente que se quiere manifestar con reacciones arcaicas de rabia y agresión. Incluso hay personas a las que un estado de rebeldía les da una sensación de vida, sólo la sensación, porque la vida pasa por convivir de forma pacífica y pactada, ya que nos necesitamos unos a otros. Desde una cierta distancia, se puede observar que la laboriosidad de construir relaciones humanas dignas y respetuosas no es compatible con los estallidos de agresión y violencia que las obnubilan y dificultan; aunque si la distancia de observación es adecuada, se puede vislumbrar que lo que pasa en esos estallidos sólo tiene que ver con el gran desconocido que nos acompaña y que, por desconocido, difícilmente llega a la conciencia de quien lo está haciendo.
Las civilizaciones se han construido en la gigantesca tarea de ir llevando a la conciencia lo que anida en el inconsciente y ello nos ha permitido llegar hasta aquí. La verdad es que es un trabajo permanente e interminable.