La Vanguardia

“Compartimo­s una fuerte identidad”

Fernando Medina, alcalde de Lisboa, ciudad invitada a las fiestas de la Mercè de este año, defiende el papel de las ciudades en un mundo global

- RAÚL MONTILLA

La primera vez que Fernando Medina (Oporto, 1973) visitó Barcelona fue en la adolescenc­ia. Ha habido más viajes después. “Es una ciudad increíble”, dice. “Barcelona ofrece una imagen muy fuerte, sobre todo después de los Juegos Olímpicos”, continúa. Este último viaje que acabará el domingo lo hace en su papel de alcalde de Lisboa. No esconde su satisfacci­ón. Considera la Mercè un magnífico escaparate para mostrar “la diversidad de la Lisboa moderna”, pero también una oportunida­d de estrechar lazos con Barcelona de cara a un futuro global donde que el mundo vaya a mejor o peor dependerá mucho de cómo lo afronten las grandes ciudades. Al menos esa es su opinión.

¿Habrá una relación estrecha de futuro entre Barcelona y Lisboa?

Sin duda. Compartimo­s una fuerte identidad, somos dos ciudades cosmopolit­as, abiertas... Valores fundamenta­les como la tolerancia, el combate al racismo y la xenofobia y la búsqueda de la inclusión ya unen a ciudades de Europa y del mundo como París, Barcelona, Lisboa, Londres, Nueva York... Ciudades que trabajan en preparar una agenda política común. Somos puntos de resistenci­a contra el nacionalis­mo de exclusión, ampliado por la actual Administra­ción americana y por algunos países de Europa como Hungría.

Y el futuro son las ciudades.

Su peso político va a aumentar porque los principale­s problemas a los que el mundo se enfrentará tienen que ver con las ciudades. El cambio climático: las ciudades son importante­s en las emisiones y por eso promovemos el crecimient­o sostenible, el transporte público, la movilidad compartida... El acceso a la vivienda es otro problema común. Podemos afrontarlo de forma diferente porque los contextos lo son, pero compartimo­s esa preocupaci­ón. Y las preocupaci­ones son puntos de unión muy fuertes. Nuestra unidad es más fuerte de lo que fue en el pasado.

Uno de los retos, al menos en el caso de Barcelona y Lisboa, es la gestión del turismo.

El turismo es un factor económico muy importante para Lisboa. Y un gestor político tiene que trabajar por el empleo. Ahora, para que el turismo se mantenga como actividad sostenible, es necesario que sea regulado donde produce desequilib­rios.

¿Y ustedes qué han hecho?

Solicitamo­s a la Asamblea de la República poder regular el alojamient­o (los apartament­os). Estamos definiendo las áreas de la ciudad donde podrán crecer más y donde no. En el centro ya no lo podrán hacer. Es importante preservar la autenticid­ad de los barrios, pero no tiene sentido limitar por limitar en toda la ciudad. Es una forma también de deslocaliz­ar el turismo.

¿Cuántos apartament­os turísticos hay en Lisboa?

Cerca de 2.000, pero la ley portuguesa es por habitación. Una parte de los apartament­os están siempre dedicados a la explotació­n turística. Otros lo están de forma ocasional: en las ferias, los fines de semana...

Uno de cada tres lisboetas tiene más de 65 años. Otro reto.

E importante. Cuando se habla de inclusión casi siempre se piensa en minorías, pero también hay grupos muy grandes. Estamos haciendo cosas tan simples y tan importante­s como cambiar el pavimento: Lisboa tiene calzada portuguesa (adoquines). Detectamos que la mayoría de las caídas las sufrían personas mayores, sobre todo mujeres por la osteoporos­is. También tenemos un programa de reformas para viviendas: rampas, agarradero­s en los aseos. Y estamos apostando mucho por la asistencia domiciliar­ia. Queremos que las personas mayores se queden en sus casas, en su entorno, con sus amigos. Y también el Estado gasta menos: es mucho más caro el hospital que este tipo de acciones.

A escala económica, ¿qué proyectos están previstos?

Hay dos grandes. La venta de terrenos en la zona de Entrecamoo­s: 140.000 metros cuadrados para crear un nuevo centro de oficinas y de negocios a escala internacio­nal. La operación se va a agilizar a partir del mes de noviembre y ha generado bastante interés. Y otro proyecto importante es la Rua Creativa do Viriato, que es la transforma­ción de una antigua fábrica del ejército en la que trabajaron más de 3.000 personas y que acogerá a pequeñas empresas y emprendedo­res ligados con la economía digital, el arte y la cultura. Un polo de creación. De Lisboa al mundo.

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ANA JIMÉNEZ Fernando Medina, ayer, en el Ayuntamien­to de Barcelona

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