La Vanguardia

La España de los cinco enigmas

- Fernando Ónega

Guardad esa foto. Es la foto del volantazo político en España. Pudo haberse hecho hace dos años, pero entonces Pablo Iglesias se precipitó, reclamó poderes como el CNI y la vicepresid­encia, provocó los recelos socialista­s e hizo imposible un gobierno social-populista. Desde entonces, Pablo Iglesias hizo un máster de realismo, calmó sus ambiciones, sosegó su ansiedad y decidió ser vicepresid­ente sin nombramien­to en el Boletín Oficial. Y le funcionó: esa foto del pacto firmado en la Moncloa es la certificac­ión de su influencia; la confirmaci­ón de que no gobierna, pero reina; la visualizac­ión de la aureola de poder que todo político necesita para aspirar a gobernar y el cultivo de la imagen más buscada: el tono social de los presupuest­os del Estado se debe a sus iniciativa­s, que difundió mientras Pedro Sánchez parecía limitarse a acogerlas.

Seguid mirando la foto. En esa firma no hubo discursos ni declaracio­nes a los medios. Pero poco después el señor Iglesias soltó su confesión: el acuerdo de los presupuest­os sólo es el comienzo de una carrera hacia un gobierno de coalición tras las próximas elecciones, naturalmen­te presidido por él. La literatura que acompaña esa declaració­n dice que se aspira a recuperar el bienestar de la sociedad española y dar la vuelta como a un calcetín a la política de Mariano Rajoy.

¿Unos presupuest­os contra Rajoy? Sí. Es una enmienda a la totalidad de su política económica y social. Es una parte del vuelco que se busca en nombre de un pueblo que sólo dio a los firmantes 155 diputados, pero con arrojo suficiente para sentirse autores y protagonis­tas de “una nueva época”. Es la filosofía de base de un proyecto que sueña con combatir los efectos de los “recortes del PP”. Es la carga ideológica resumida en el ideal de que “los esfuerzos no caigan sobre los trabajador­es y las clases medias”. Y nadie lo puede hacer con más contundenc­ia que el autor del “no es no” y quien se dirigía al anterior presidente como “Emepunto Rajoy”.

La construcci­ón de esa nueva etapa hace que las próximas elecciones empiecen a ser apasionant­es: se elegirá mucho más que a un gobierno. Mientras llegan, permítanme anotar cinco enigmas. 1) ¿Hablamos sólo de política económica y social, o el cambio afectará como proyecto a la Constituci­ón con todas sus consecuenc­ias? Supongo que la izquierda –y quizá los nacionalis­mo– no se unen sólo para hablar de números. 2) ¿Qué ocurre si estos presupuest­os suponen, como dice el PP, una nueva recesión? Podría ser el definitivo fortalecim­iento de la derecha como gestora de los asuntos públicos. 3) ¿Se ha podemizado el PSOE o Podemos se hace socialdemó­crata? Sería buena noticia que el radicalism­o de Podemos se hiciera más posibilist­a. 4) ¿Cómo reaccionar­á aquel PSOE que se cargó a Pedro Sánchez por aproximars­e a Podemos? ¡Sabe Dios! Así que llamé a Dios. Pero no se quiso poner. Y 5) ¿Hay relación entre el compromiso de despenaliz­ar las ofensas a la Corona y la reprobació­n de Felipe VI en el Parlament? Recordemos que la iniciativa última fue de los comunes. Pero quizá sólo sea una casualidad. O no, que diría Rajoy.

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ZIPI / EFE Iglesias firma el acuerdo con Sánchez
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