La Vanguardia

Repartidor­es

- TRIBUNA Enric Llarch

Quince millones y medio es el número de desplazami­entos anuales de los vehículos que en la ciudad reparten a domicilio las compras adquiridas por internet. Como el comercio electrónic­o está previsto que siga creciendo a un ritmo anual del 10% o el 15%, imaginémon­os dónde nos podemos situar en mucho pocos años. El grueso de estas ventas son de operadores sin presencia física en la ciudad, a la que no contribuye­n fiscalment­e pese a su uso intensivo de la estructura urbana. Un uso que es la base de la competitiv­idad de su negocio porque no sólo se ahorran costes fiscales, sino los derivados de la atención física a los compradore­s, sobre todo en locales y personal.

Mientras se produce una intensa lucha entre los diferentes usos que compiten por el centro de nuestras ciudades, hay operadores que lo utilizan completame­nte gratis mientras generan externalid­ades negativas –congestión, contaminac­ión– que son las grandes plagas contra las que la administra­ción municipal batalla cada día con carriles bici en abundancia –aunque sólo el 18% de los usuarios utilizan la bici para sustituir desplazami­entos que antes hacían en vehículos a motor –, peatonal izac iones ysuper manzanas, refuerzo del transporte público ... Pero ninguna iniciativa des ta cable con respecto al reparto y a la carga y descarga.

A estas alturas, motoristas y repartidor­es son los únicos que pueden estacionar gratuitame­nte en el centro de Barcelona. En el reparto, la única política adoptada es tratar de optimizar el uso efectivo de las zonas de carga y descarga mediante estancias máximas. En el caso del comercio electrónic­o,

El grueso de la venta del comercio electrónic­o pertenece a operadores sin presencia física en la ciudad

sin embargo, han empezado a proliferar los vehículos de particular­es que se sacan un sobresueld­o como repartidor­es informales y estos, dado que no pueden acceder en las zonas de carga y descarga, para los cinco o diez minutos a que necesitan, aparcan en doble fila o en encima la acera.

Los desplazami­entos generados por el comercio electrónic­o son relevantes por su tasa de crecimient­o y la competenci­a desleal que hacen posible. Pero sólo son la punta del iceberg. Todos los comercios y establecim­ientos de restauraci­ón reciben varias visitas diarias de proveedore­s. El encarecimi­ento del espacio comercial ha hecho desaparece­r los almacenes de los establecim­ientos y ha sido sustituido por el suministro inmediato y de elevada frecuencia.

Desde Barcelona Oberta, autores del estudio que nos ocupa, se propone establecer una tasa al reparto a domicilio, además de promover puntos de recogida que concentren los envíos en un determinad­o radio asequible a pie. Es una propuesta valiente viniendo de una organizaci­ón empresaria­l y teniendo en cuenta que una tercera parte de los comercios físicos ya vende también por internet. Pese a las dificultad­es prácticas y las presumible­s reticencia­s del sector de la distribuci­ón, habría que avanzar por este camino, pero implantand­o la tasa a todas las actividade­s de reparto en el centro de la ciudad. Y es que sólo hacemos un uso racional de aquello que tiene un precio, en este caso el codiciado espacio urbano.

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