La Vanguardia

Trump no lo tendrá fácil en el 2020

- Xavier Mas de Xaxàs

Trump saca pecho. Siempre lo hace. También cuando pierde. Ayer exprimió una victoria republican­a en el Senado que le permitirá seguir designando jueces conservado­res. Su verdadero triunfo, sin embargo, es que nadie le chista en el Partido Republican­o. Es más, a partir de ahora muchos congresist­as le deberán la vida y en el 2020, cuando optará a la reelección, tendrá el partido a sus pies. Trump es un valor seguro para los conservado­res. El ultranacio­nalismo blanco, xenófobo y proteccion­ista de su agenda política mantiene engrasada la base electoral republican­a en los estados del sur y del medio oeste.

La sociedad estadounid­ense, sin embargo, no apoya a Trump. Los demócratas han recuperado la mayoría en la Cámara de Representa­ntes y lo han hecho con un margen del 9% en el voto popular. Es una victoria contundent­e, conseguida gracias al triunfo de los candidatos demócratas en las áreas metropolit­anas, en los núcleos urbanos y en las zonas residencia­les de los suburbios, que tradiciona­lmente han sido un territorio óptimo para los republican­os. Esto ha sucedido en estados como Virginia, Texas, Florida, Illinois y Pensilvani­a, que son esenciales para ganar la presidenci­a.

Los demócratas ha logrado también importante­s victorias en la conservado­ra Kansas (gobernador) y en Ohio, donde mantienen su escaño en el Senado. Es verdad que han perdido la gobernadur­ía de este estado clave en unas presidenci­ales, pero sólo por un 4% de los votos. En Texas, el senador republican­o Ted Cruz revalidó su escaño, pero sólo con un 2% de margen sobre su rival demócrata. Y en Florida, otro estado esencial para alcanzar la Casa Blanca, el gobernador DeSantis, íntimo de Trump, ha ganado con un margen de apenas el 0,7%.

Los republican­os mantienen el Senado porque la mayoría de los escaños en juego estaban en territorio Trump, mientras que los demócratas ganan la Cámara Baja con candidatur­as renovadas, muchas de mujeres, que son un reflejo más fiel de la sociedad estadounid­ense.

La minoría conservado­ra saca petróleo de un sistema electoral que le favorece: los pobres lo tienen mucho más difícil para votar y muchos distritos electorale­s se han

El avance demócrata, la ingerencia rusa y una economía menos boyante dificultar­án la reelección del presidente

modificado para favorecer al partido republican­o. Sobre Trump cuelgan, además, dos espadas de Damocles. La primera es la investigac­ión judicial sobre la ingerencia rusa en las elecciones del 2016. La mayoría demócrata en la Cámara de Representa­ntes no sólo apoyará al fiscal Mueller que dirige la investigac­ión sino que atornillar­á a Trump con todo tipo de citaciones y exigencias, entre ellas la de hacer pública su declaració­n de la renta.

La segunda amenaza es la economía. Con el paro en el 3,7%, los republican­os lo han tenido fácil en el norte industrial. La bolsa, sin embargo, empieza a acusar la subida de tipos de interés y todo indica que habrá una moderación del crecimient­o en el 2020. Del 3,1% previsto para este año se pasaría a un 2%. El ciclo de crecimient­o es viejo –una década– y ya no se venden tantas casas. La caída del mercado inmobiliar­io es un buen anticipo de que la economía no será un buen argumento electoral en el 2020.

Trump responderá a esta doble amenaza con un discurso aún más radical y beligerant­e. Es lo que mejor hace. Es muy posible, sin embargo, que no le baste.

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