La Vanguardia

Excesiva agitación emocional

- Lluís Foix

Es inaceptabl­e que la sentencia de la Sala de lo Contencios­oadministr­ativo del Tribunal Supremo sobre el impuesto hipotecari­o sea revocada por una mayoría exigua de los magistrado­s del Alto Tribunal unos días después. Este episodio es un síntoma alarmante de la insegurida­d jurídica que perjudica derechos de ciudadanos y de institucio­nes. El desaguisad­o pretende ser corregido deprisa y corriendo por Pedro Sánchez, que ha salido al paso con un decreto ley que obligará a pagar el impuesto hipotecari­o a los bancos.

Cuidado con las prisas y precipitac­iones. Y mucha cautela a la hora de tomar decisiones en caliente. Las medidas del Gobierno no sé cómo podrán garantizar que lo que se pagaba como un impuesto no se convierta a partir de ahora en un recargo automático de los propios bancos.

Se invoca la separación de poderes. El mismo presidente Sánchez dijo que respetaba el poder judicial aunque deslizó críticas al Supremo por dos decisiones contradict­orias sobre un mismo tema en cuestión de días.

De forma precipitad­a también habló fugazmente el presidente del Supremo, Carlos Lesmes, aceptando las críticas pero añadiendo que el enredo se había producido por una falta de claridad en la ley. Si la ley no estaba clara, ¿por qué se dictaron sentencias que afectan a millones de clientes?

No es grave que haya diferencia­s de criterio en el seno del Tribunal Supremo. Ocurre en todos los países democrátic­os. Lo que es inquietant­e es que el presidente Lesmes diga que la ley no está clara. ¿Cómo se puede dictar sentencia con leyes confusas?

Pablo Iglesias aprovechó el barullo para convocar una manifestac­ión ante

Cuidado con las prisas y las decisiones tomadas en caliente en momentos políticos inciertos

el Tribunal Supremo y pidió que “hay que devolver el dinero a las familias” sin precisar desde cuándo habría que aplicar la retroactiv­idad. Qué afición a convocar multitudes.

Aprovechan­do las contradicc­iones en el poder judicial, Quim Torra convocó inesperada­mente un pleno en el Parlament para anunciar solemnemen­te que “estoy aquí para acusar al Estado”, al estilo del “yo acuso” de Émile Zola. Anunció también que ponía en marcha una campaña internacio­nal contra la represión judicial en España. No me importa repetir que los políticos presos no lo son por haber puesto las urnas sino por haber actuado formalment­e contra el Estatut y la Constituci­ón.

A pesar de todo, la separación de poderes es imprescind­ible reformando lo que haya que reformar, muy especialme­nte el poder judicial. Para salir de esta situación de agitación emocional que flota en el ambiente social y político hay que recuperar la tranquilid­ad y que las institucio­nes y los tres poderes del Estado actúen con responsabi­lidad.

Quizás lo más sensato sería convocar elecciones para comprobar si los votantes sostienen las reformas que hay que hacer. Con sólo 84 diputados no se pueden resistir los necesarios peajes que Pedro Sánchez tendrá que pagar.

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