¿Cómo pueden ayudar los ciudadanos?
Tenemos un solo mundo y una sola salud: la salud ambiental, la animal y la humana están totalmente relacionadas entre sí. La resistencia bacteriana a los antibióticos es un problema real y actual. Las previsiones no son nada halagüeñas: las bacterias van por delante de nosotros y más deprisa que nosotros en su evolución. Son capaces de desarrollar o adquirir resistencias de forma relativamente fácil y evitar así ser destruidas por los antibióticos. Cada vez que descubrimos una nueva clase de antibióticos aparecen inevitablemente resistencias.
Como ciudadanos, lo que hay que entender y aceptar, en primer lugar, es que los antibióticos no tienen efecto alguno sobre algunas infecciones muy comunes, como la gripe o el resfriado, que están producidas por virus, y tampoco son necesarios en ocasiones para algunas infecciones bacterianas leves y no complicadas (otitis, bronquitis o sinusitis). Los antibióticos deben ser indicados siempre por un médico tras establecer un diagnóstico adecuado y valorar su necesidad, así como la dosis y la duración del tratamiento. Cuando un paciente necesita antibióticos, los beneficios de su empleo superan el riesgo de sus posibles efectos adversos y del desarrollo de posibles resistencias. No hay que tomarlos nunca si no son necesarios.
En segundo lugar, realizar bien el tratamiento: tomar el antibiótico a la dosis, frecuencia y duración total que nos ha recomendado el médico. Si los tomamos irregularmente (menos dosis o menos tiempo del indicado), comprometemos su efectividad y estamos favoreciendo
Hay que aceptar que los antibióticos no tienen efecto sobre las infecciones víricas
la aparición de resistencias.
En tercer lugar, no guardar antibióticos en casa para usarlos en el futuro. Consulte a su farmacéutico sobre cómo desecharlos (si se tiran a la basura o al lavabo pueden contribuir a las resistencias).
En cuarto lugar, evitar las infecciones siempre que sea posible. Las vacunas son un medio efectivo de prevenir determinadas infecciones, incluyendo algunas producidas por bacterias (neumococo o meningococo, por ejemplo). Lavarse las manos, cubrirse la boca al toser y la nariz al estornudar son, entre otras, medidas básicas de higiene que evitan la trasmisión de enfermedades infecciosas.
Finalmente, hay que procurar tener hábitos de vida saludables y tratar de mantenerse sano (o lo más sano posible…).