La Vanguardia

Un caso para el Supremo

- Jokin Lecumberri

Ni vista oral, ni aglomeraci­ón de medios, ni concentrac­ión de protesta. El caso de La Manada alcanzó ayer un importante escalón judicial alejado del barullo en el que derivó la polémica sentencia del 26 de abril. La explanada de la Audiencia de Pamplona, epicentro de las manifestac­iones que clamaron entonces por la calificaci­ón de abuso sexual y no agresión, vivió una jornada típica de frío y poco movimiento. Un día plomizo de noviembre más. En un despacho de la sexta planta, sin embargo, el Tribunal Superior de Navarra se enfrentó de nuevo a la causa y sus recursos. En esa reunión blindada se fijó el fallo.

Los cinco magistrado­s que dictaminar­án de aquí a un mes sobre La Manada llevan poniendo en común sus análisis desde julio. Tienen cuatro opciones: mantener la pena, elevarla, rebajarla o, directamen­te, absolver a los condenados a nueve años por la Sección Segunda. Ante el ingente volumen de informació­n relativa al caso, los jueces encargados, todos hombres con más de treinta años de carrera y con edades entre los 59 y los 70 años, no considerar­on necesario realizar una nueva vista oral más. Ayer, por tanto, no hubo abogados de ninguna de las dos partes para defender sus alegacione­s: agresión sexual para unos, inocencia para otros.

Atendiendo sólo a la estadístic­a, la pena y calificaci­ón actuales se mantendría­n bajo el criterio de una sala que no acostumbra a revocar sentencias desde que, en enero del 2017, pasó de ver recursos de causas juzgadas por jurado popular a ser tribunal de apelación de fallos de la Audiencia. En la treintena de casos que ha evaluado en estos 22 meses, sólo en dos ha modificado la condena, y en ambos ha sido a la baja. Nunca la ha aumentado, lo que ahora reclaman las acusacione­s, que ven una intimidaci­ón clara sobre la víctima de La Manada en la “ratonera” –un espacio angosto dentro de un portal– en la que ocurrieron los hechos.

Precisamen­te, ha sido en uno de los once casos de índole sexual sobre los que ha dirimido la sala en el que ha cambiado la pena. La condena a seis años por una agresión sexual en Alsasua quedó en cuatro al estimar que los hechos no eran constituti­vos de esa tipificaci­ón sino de abuso, al no mediar violencia o intimidaci­ón, dos de los conceptos clave de la causa a la que ahora se enfrenta el tribunal. Ahí se fundamenta el estallido de indignació­n que recorrió toda España. También el debate: ¿hay que pelear para demostrar resistenci­a?

La descripció­n de los hechos

Los jueces del tribunal navarro que ve los recursos del caso

‘La Manada’ son todos hombres, de 59 a 70 años

probados a lo largo de las 133 páginas que ocupa la sentencia de la Sección Segunda –tres jueces– apunta a la existencia evidente de intimidaci­ón, algo descartado sin embargo en el dictamen final. Para el extenso voto discrepant­e de Ricardo González, también sobre la mesa de los cinco magistrado­s, los condenados no son culpables.

Si no hay filtracion­es, el auto del Tribunal Superior se espera para mediados de diciembre y, después, el caso irá a parar al Supremo, la última instancia que puede juzgarlo. Tras el paso por dos salas en Pamplona, en Madrid estará la última palabra. Será en primavera.

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VILLAR LÓPEZ / EFE El presidente del Tribunal Superior de Justicia de Navarra, Joaquín Galve, ayer en el Palacio de Justicia
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