Machi, la mentira y las bestias
La actriz protagoniza en el Lliure de Gràcia una obra sobre cómo se construyen las verdades
Una comedia negra de suspense. Sobre la mentira. Sobre hasta dónde es el ser humano capaz de mentirse. Y sobre cuál es el tejido de pequeños y grandes engaños que necesita para sostener una mentira fundacional. Una comedia negra titulada Cronología de las bestias que el actor, autor y director argentino Lautaro Perotti –uno de los protagonistas del montaje original de La omisión de la familia Coleman –ha escrito con una actriz en mente: Carmen Machi, la madre de una familia a la que, por sorpresa, regresa un hijo de 23 años que desapareció cuando sólo tenía 12. Machi es una maestra llamada Olvido que ha tejido una coraza alrededor, aunque nada es lo que parece en esta obra que estará desde hoy hasta el 2 de diciembre en el Lliure de Gràcia y el 7 de diciembre en Temporada Alta.
Y es que, precisa Perotti, con esta obra sobre una familia y su telaraña de mentiras él quería profundizar “en cómo se construyen las verdades, en cómo uno está preparado para con sólo una pequeña parte de la información, a veces incluso con información comentada, un ‘me dijeron’, un ‘yo escuché’, sacar conclusiones rápidamente y, de forma inmediata, actuar a partir de ellas”.
“Algo de esto es la posverdad”, señala, y, sonríe, ha habido siempre, “sólo que las formas eran otras”. “Y tenía ganas de construir una obra de teatro donde pudiera jugar con ello –añade– y poner al espectador en ese desafío, esa incomodidad. Ir administrando la información y hacer que el espectador empiece a sacar conclusiones... para suministrarle entonces nueva información. Como espectador te encuentras en un rol activo y has de construir hasta el final de la obra”.
Perotti dice que “la mentira tiene distintas formas: la clara y dura, cuando alguien sabe que dice algo que no es; la mentira que se transforma en necesaria para soportar cosas que se hicieron o no en la vida, y que tiene que ver con el autoengaño; y luego, la mentira casi involuntaria, quizá la más peligrosa, en la que uno sin saberlo dice o piensa convencido cosas que no son. Esta familia lo tiene todo a la vez”. Unos personajes, añade, “incapaces de ponerse en el lugar del otro, de mirar más allá de sus necesidades, y en ese afán llegan a las últimas consecuencias, incluso a la muerte”.
Machi confiesa que cuando Perotti le enviaba fragmentos e ideas de la obra mientras la escribía no entendía nada. “Madre mía, esto qué es”, ríe recordándolo. “Tiene una estructura muy compleja, más cinematográfica que teatral, con
flashbacks en los que el espectador debe estar muy activo. Si piensa que se lo van a dar hecho, lo lleva claro”, destaca. Y dice que su personaje, una madre fría, brusca, nada empática, acorazada, es uno de los más difíciles de su carrera por cómo se administra la información.
“La premisa es el regreso de un hijo desaparecido durante 11 años de una familia muy particular, que viven alejados del resto del pueblo”, explica. Un regreso que no equivale a felicidad: se fue un niño y volvió un hombre y, remarca, “hay algo soterrado bajo todo lo que se ve que está tapado con una mentira. La que han creado para poder sobrevivir cada uno por una razón. Esta manera de tapar el sufrimiento a veces es muy dolorosa y a veces hace mucho daño a otros. Y aquí hay mucho dolor”. Pero, concluye, “nadie está libre de acabar actuando como esta gente. La bestia que tenemos dentro se mueve por instintos de supervivencia primitivos y antes aplasto yo a que me aplasten”.
‘Cronología de las bestias’ juega con ‘flashbacks’ que obligan al público a replantear lo que pensaba