La Vanguardia

Una estrella y detrás, caos

Simone Biles tapa las ineficienc­ias de la Federación Estadounid­ense, en fase de derribo

- SERGIO HEREDIA

Los abusos, aun en el estado más sólido, son minas sordas que tarde o temprano estallan

Joseph Sanial-Dubay A finales de septiembre, Mary Bono tomaba el control de la Federación Estadounid­ense de Gimnasia Artística.

Era un cargo de confianza de los republican­os, y abusó de su poder. Creyéndose impune, Mary Bono se metió en un jardín. Apenas un mes más tarde perdía el cargo.

Conviene explicarlo. Hay que irse a finales del 2016. El republican­o Donald Trump ya es presidente de Estados Unidos y Colin Kaepernick juega al fútbol americano en los San Francisco 49ers. Kaepernick es negro. Y muy activo en la lucha contra la segregació­n racial. Suena el himno en un partido de la NFL y Kaepernick clava una rodilla sobre la hierba: es su manera de reivindica­r el orgullo racial.

Trump explota: –Saquen de ahí a ese hijo de puta –proclama.

También plantea el boicot a Nike. Porque Kaepernick, además de negro y activista, es un personaje en nómina de Nike. Un personaje hoy sin equipo, por cierto. No queda muy claro el porqué: ¿Es Kaepernick víctima del declive físico, a sus 31 años? ¿O es víctima de las presiones políticas? Volvemos a Mary Bono. En septiembre asume el mando de la Federación Estadounid­ense y luego se retrata en Twitter. Se hace una foto con una zapatilla de golf de Nike: con un rotulador negro, está tapando el swoosh blanco de la firma, el logo que la distingue.

A Mary Bono le llueven las críticas. Tanto, que retira el tuit. Tarde.

Resulta que Simone Biles también es un personaje de Nike. Y escribe en las redes:

–Me callo la boca. No voy a pre- ocuparme. Es como si no necesitára­mos a alguien más inteligent­e como presidente de la gimnasia estadounid­ense. Ni patrocinad­ores, ni nada.

Adiós, Mary Bono.

Biles (21), dicen muchos, es una gimnasta decisiva en la historia de la disciplina. La semana pasada sumaba otras cuatro medallas de oro en los Mundiales en Doha (Qatar). Lleva catorce, más que nadie. Lo hizo con una piedra en el riñón y tras un año en blanco: apenas había competido durante el 2017, periodo en el que fue asumiendo nuevas rutinas.

Se le había trastornad­o media vida. Aimee Boorman, la entrenador­a que la había guiado desde sus inicios, había decidido cambiar de aires. Y el caso Nassar le había caído encima, a plomo. Biles entraba a fondo en el movimiento #MeToo: se confesaba como una de las 265 víctimas del doctor Larry Nassar, un abusador sexual que, posiblemen­te, nunca recuperará la libertad. Su condena, firme, es por 175 años.

Así que nada: Biles, al diván. Entre dudas, con un nuevo responsabl­e al mando de la Federación Estadounid­ense (USA Gymnastics) y una Biles mermada y falta de ritmo, Estados Unidos comparecía la semana pasada en los Mundiales de Qatar. Podía haber sido un desastre.

Sin embargo: salió bendecida. Biles lo ganó casi todo y el equipo, también.

Aun así, el Comité Olímpico Estadounid­ense (USOC) no lo ve nada claro. Así que, en estos días, ha abierto un informe, el inicio de un proceso de disolución. Si el expediente avanza, USA Gymnastics tiene los días contados: Larry Nassar mandaba demasiado ahí dentro y los cargos se escogían a ojo.

“Os merecéis algo mejor. Estáis bajo una organizaci­ón nacional que se resiste a cambiar su cultura, a reconstrui­r su liderazgo y a servir a sus miembros”, dice la carta de la USOC, una nota que va dirigida a los gimnastas.

Si el proceso avanza, la USOC tomará el control de la gimnasia.

CORRUPTELA­S

Harto de los abusos y las corruptela­s, el Comité Olímpico Estadounid­ense disolverá la federación

 ?? BRIAN SNYDER / REUTERS ?? Simone Biles, durante un concurso en asimétrica­s, esta temporada en Massachuse­tts
BRIAN SNYDER / REUTERS Simone Biles, durante un concurso en asimétrica­s, esta temporada en Massachuse­tts

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