El Espanyol explora variantes tácticas
Cuando te toman la matrícula lo mejor es cambiar de vehículo. La máxima no pertenece a ningún manual del crimen, sino a las recomendaciones que se suelen ofrecer en todos los cursos formativos para técnicos. Y Rubi, bregado en mil y una batallas, tiene el aviso bien asumido. Después de que Valladolid primero y Athletic Club después consiguiesen desactivar y desdibujar el juego de su equipo, el técnico blanquiazul ha activado ya dos variantes tácticas sobre la marcha con un resultado desigual. A partir de la sesión de hoy –ayer fue día de descanso–incidirá en las alternativas que deberá plantear el Espanyol sobre el campo cuando no pueda desarrollar el juego de control y transición que lo ha llevado a estar donde ahora está.
Dos han sido los problemas que ha encontrado el equipo para desplegar su idea, más allá de en los últimos dos partidos, donde el déficit se ha acentuado: la imposibilidad de iniciar el juego desde los centrales o el pivote que viene ocupando Marc Roca ante la presión alta del rival, o la dificultad para robar e iniciar una transición efectiva cuando el control del balón es del rival, especialmente cuando el Espanyol está por delante en el marcador.
En estas situaciones, el técnico ha probado desde transformar su 4-3-3 en un 4-1-4-1 a echar más gente atrás para reforzar la zona de creación, recurrir a un tercer central o encomendarse en ataque al fútbol directo para que Sergio García o Borja Iglesias pugnen por bajar balones. El resultado no ha acabado de ser satisfactorio y las últimas probaturas pasan por dos aspectos. Uno, llevar la creación a las bandas, con la basculación de interiores y extremos. Y dos, la potenciación del juego vertical con Borja Iglesias siempre desplegado al límite del fuera de juego y alguien que pueda conectar con él sin recurrir al balonazo.