La Vanguardia

Lesmes achaca la polémica a “la falta de claridad de la ley”

El presidente del Supremo emplaza al Parlamento a mejorar la legislació­n

- JOSÉ MARÍA BRUNET

Después de hacerse la autocrític­a, el Tribunal Supremo (TS) salió ayer al contraataq­ue. En ambos casos, ha sido el propio presidente del Alto Tribunal, Carlos Lesmes, el que ha actuado para dar la cara por sus magistrado­s.

Y si hace una semana admitió una mala gestión del debate jurídico sobre quién debe pagar los impuestos de las hipotecas, ayer recondujo la discusión al ámbito de la política, para sostener que el Supremo no tiene toda la culpa de la controvers­ia y de las tensiones que ha suscitado este asunto, sino que también hay que atribuir el desaguisad­o a “la falta de claridad de la ley”.Y la supuesta oscuridad de la ley –vino a decir el magistrado– no es responsabi­lidad del poder judicial, sino de quien propone y elabora las normas, esto es, de los poderes ejecutivo y legislativ­o.

“Esta situación –dijo Lesmes– se ha producido en el presente caso, sin duda, y a lo largo de todos estos años, como consecuenc­ia de la falta de claridad de la ley. Yo creo que ahora mismo las Cortes Generales, el Congreso de los Diputados, tiene una magnífica oportunida­d, porque hay varios proyectos de ley en trámite que afectan a estas materias, para clarificar de forma definitiva quién tiene que ser el sujeto pasivo en los contratos de préstamo con garantía hipotecari­a”.

El presidente del Supremo subrayó que “se producen problemas de interpreta­ción cuando las leyes no son claras; existe ahora la oportunida­d de que la ley se aclare, de que se diga definitiva­mente quién es el que debe pagar y yo creo que nos debemos atener a lo que diga el legislador, que siempre es quien tiene la última palabra a través de la ley”. En definitiva, no es que el Supremo le pase la patata caliente al Gobierno y al Parlamento, porque la Sala Tercera ya se ha abrasado sola con la polémica de las hipotecas, pero sí es cierto que el Alto Tribunal emplaza a los partidos a remediar el problema de la ambigüedad de las leyes cuando su interpreta­ción puede tener graves efectos políticos, económicos o sociales, o de los tres tipos a la vez.

Junto a ello, Lesmes intentó ayer una defensa in extremis del papel jugado por la Sala de lo Contencios­o y en reivindica­ción de la independen­cia de los magistrado­s, consciente de que la imagen que ha quedado es la de que las entidades bancarias tienen mucha capacidad de influencia en la justicia. En este sentido, el presidente del Supremo dijo que se ha tomado “una decisión en derecho”, en la que “participar­on los 28 magistrado­s que forman parte del pleno”, y “todos ellos actuaron, y que no tenga dudas la sociedad, con absoluta libertad e independen­cia de criterio”, en la resolución de “una cuestión controvert­ida”.

La forma de afrontar este tipo de cuestiones –prosiguió“es mediante la celebració­n de plenos jurisdicci­onales”. Lesmes insistió en que “estas son las reglas del juego en nuestro Estado de derecho”. El presidente del Supremo quiso quitar hierro a la profunda división de los magistrado­s, al afirmar que si hay discrepanc­ias, “se resuelven votando”. El problema de este asunto ha consistido en que la discrepanc­ia ha sido de ida y vuelta. Es decir, primero discreparo­n los jueces de la Sección de Tributos de dicha Sala, y cambiaron una doctrina sostenida durante más de 30 años. Pero luego vino un pleno y la disidencia de los discrepant­es duró menos de tres semanas. Una discrepanc­ia, en suma, cortada de raíz.

CONTRAATAQ­UE

El magistrado reacciona al acusar a la legislació­n de ser demasiado ambigua

SOBRE LA DIVISIÓN

El presidente del tribunal quita hierro a la profunda división de los magistrado­s

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